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lunes, 28 de diciembre de 2015
viernes, 17 de julio de 2015
viernes, 5 de junio de 2015
martes, 5 de mayo de 2015
La Guerra de la Independencia en la Vera de Plasencia
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LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA EN LA VERA DE PLASENCIA.
En 1807 Francia se alía con España para ocupar Portugal. Se permite el paso de las tropas francesas por España, con Napoleón Bonaparte en cabeza, para dirigirse al país luso. Pero las tropas de Napoleón se diseminaron, ocupando diversas ciudades a lo largo de la geografía española. Muy pronto se hizo evidente para todos que la entrada consentida de las tropas napoleónicas se había convertido en una ocupación de nuestro país.
Esto unido a la alarma que provocan las noticias que llegan de Bayona desencadena una insurrección popular el 2 de mayo de 1808, en Madrid, que reprimida brutalmente por los franceses. El 5 de mayo de 1808 Napoleón obliga a el Rey Carlos IV, y a su hijo Fernando (entre ambos se disputaban el reinado) a abdicar al trono a su favor, quien lo cedería posteriormente a su hermano José Bonaparte.
Los días siguientes los levantamientos antifranceses se extienden por todo el país. Para hacer frente al invasor, se constituyen Juntas Provinciales, que asumen la soberanía en nombre del rey ausente. En junio de 1808 toda Extremadura se había levantado en bloque contra los franceses y se creó una Junta Provincial de Defensa que ostentó el poder desde el verano de 1808. Casi todos sus miembros pertenecían a las élites eclesiásticas, nobiliarias o militares. Inicialmente su sede estuvo en Badajoz.
En Plasencia, la ruptura vino acompañada de graves desórdenes que culminaron en derramamiento de sangre, con el asesinato de varios vecinos acusados de connivencia con el invasor. Se formó también una Junta local de armamento y defensa bajo la presidencia del obispo de la diócesis.
“De orden superior.
Consiguiente á oficio de la Junta de Plasencia, con remisión de un exemplar en idioma francés y castellano, que el Alcalde de Navalmoral le dirigió, la Suprema Junta de esta Provincia ha resuelto se anuncie en el Diario, que los franceses procuran esparcir escritos para engañar los pueblos con falsas promesas y terribles amenazas, previniendo, que los buenos Españoles entreguen los tales escritos á las respectivas Juntas de sus Partidos ó directamente á esta misma Suprema, para que se tomen las oportunas providencias, y la de que se quemen en la plaza Pública, por mano del Verdugo, manifestando á las Autoridades los Extrangeros ó Españoles viles, que procuran esparcir tales escritos de nuestros enemigos, para su arresto y severo castigo, por convenir así a la salvación de la Patria, que es lo que esta junta anhela, y desea viva y eficazmente. Badajóz. 3 de Diciembre de 1808.”
Diario de Mallorca, 1 de febrero de 1809.
En otoño de 1808 comenzó la ofensiva francesa, que llegó a Extremadura en abril de 1809.
A mediados del mes de diciembre de 1808 llegó a Plasencia la noticia de que desde Madrid bajaba un gran ejército, compuesto de unos 15.000 hombres al mando del General Lefevre y su segundo Sebastiáni. La Junta local dispuso que cuantos hombres estuvieran en posesión de armas, tanto en la propia ciudad como en los pueblos próximos, junto con algunas tropas de infantería y caballería que se hallaban en la ciudad, y que sumaban, en total, más de 500 hombres, marchasen hacia el río Tiétar, se apoderasen de las barcas de la Bazagona y fortificasen su margen derecha.
El día 26 de diciembre las tropas francesas lograron atravesar el Tiétar y ocuparon Malpartida de Plasencia, donde hubo actos de venganza de los franceses a sus habitantes e incendiaron la población.
El 28 de diciembre de 1808, por la tarde, entró en Plasencia una primera avanzadilla del Ejército Francés que permaneció hasta el día 1 de enero de 1809. En estos pocos días, los franceses aprovecharon para saquear y destrozar la ciudad.
La posición de Plasencia, como lugar estratégico de tránsito entre Castilla y Extremadura fue escenario durante la Guerra de la Independencia del paso de abundantes tropas francesas en numerosas ocasiones, llegando a ocupar la ciudad un total de doce veces, con los consiguientes y respectivos saqueos.
En la Gazeta del Gobierno (Sevilla) del 17 de marzo de 1809, encontramos estos dos sueltos en los que se habla de las escaramuzas entre las tropas en la zona del río Tiétar y los pueblos de la Vera.
“El General en Xefe del exército de Extremadura: Don Gregorio de la Cuesta, con fecha de 12 del corriente ha dado cuenta de que D. Josef Gutiérrez, Capitán del segundo regimiento de Voluntarios de Madrid, y Comandante de la tropa de dicho cuerpo y de otras partidas puestas sobre los vados de la orilla derecha del rio Tiétar, le había participado que el día 9 del mismo pasaron de 30 a 40 franceses de infantería con caballerías de carga para llevar comestibles de la villa de Jaraíz: que dentro de ella fueron acometidos por el subteniente D. Josef Sanchez que había acudido con su partida, y los arrojó del pueblo batiéndoles en su retirada, que dirigieron por el punto en que estaba apostado el referido Comandante: que éste cargó de nuevo sobre ellos ántes de que repasasen el vado: que en este ataque les mató 8 hombres además de algunos heridos, tomándoles 11 prisioneros, 6 caballerías mayores, y 5 menores sin más pérdida de nuestra parte que la de un muerto y dos heridos.”
“Por oficio dirigido al Sr. Francisco de Saavedra por el Comandante del resguardo de Plasencia D. Josef Colmenares de Igea, consta: que el Cabo de rentas establecido en la villa de Tejada a las inmediaciones del mismo río, después de haber cubierto el lugar de Garganta, y la villa de Quacos para evitar la extracción de víveres, se acercó a la de Jaraíz en donde encontró la novedad de la acción que queda referida, y rechazados los enemigos: entonces se agregó con sus dependientes a la tropa y paysanage que les persiguieron en la retirada, y observó que, además de la pérdida arriba expresada, se ahogaron al repasar el Tiétar 3 de los enemigos, quienes se replegaron precipitadamente al cuerpo de su exército.
S.M. ha mandado que se haga notorio este suceso para satisfacción del público, y de los que han concurrido a la acción con tanta bizarría.”
Las situaciones de asedio a las que se veían sometidas las poblaciones eran muy frecuentes. El saqueo de los pueblos por parte de los ejércitos imperiales fue una práctica muy extendida. Muchas de las entradas de los ejércitos en los pueblos se convertían en auténticos actos de vandalismo. En muchas ocasiones se trataba de “ajustar cuentas” o adoptar “represalias” por las propias acciones de defensa llevadas a cabo por los moradores.
“El 28 de abril de 1809.
En el Partido de Plasencia interceptaron los paisanos un correo francés, que llevaba la correspondencia de este exército enemigo: mataron á tres soldados que lo acompañaban, y han remitido la valija á esta Superior Junta de Gobierno, la qual parece contiene papeles interesantes.”
Diario Mercantil de Cádiz. 7 de mayo de 1809.
“Nuestros exércitos de Estremadura y de la Mancha se han retirado oportunamente. El primero tiene su quartel general en el Puerto de Miravete, y defendidos con baterías los puentes de Almaraz y Puente del Arrzobispo.
Los ingleses se acercan a las orillas del Tiétar. Victor tiene sus fuerzas entre Talavera y el río Alverche.- En Sta. Elena está de nuevo el quartel general del Sr. Venegas. El coronel Lacy batió y dispersó el día 28 próximo en Torralba con dos regimientos de caballería y una compañía de cazadores á 5 regimientos de caballería francesa con cañones, matándoles e hiriéndoles mucha gente. Dicen que Josef Napoleón se halla en Almagro.”
Semanario patriótico. 6 de Julio de 1809.
En otro orden de cosas tenemos la destrucción de cosechas, consecuencia de la política de tierra quemada aplicada por los extremeños, que pretendían con ello impedir a las tropas francesas mantenerse de los recursos que existían sobre el terreno que ocupaban. La lucha contra los ejércitos franceses conllevó un importante deterioro de las condiciones de vida de la población, aumentando considerablemente las enfermedades epidemiológicas, que a su vez causaron numerosas bajas en la población. Las familias estaban continuamente sometidas al proceso de entrega de víveres, animales, carros, utensilios de trabajo y sustentos para los animales de los ejércitos.
En 1810 casi toda la región estaba ya en manos de los franceses. El gobierno afrancesado establece las prefecturas de Cáceres y Mérida.
La importancia otorgada a Portugal tanto por parte francesa como inglesa, convirtió a Extremadura, región limítrofe con este país, en objetivo de uno y otro ejército.
Parte de la Junta de Plasencia a la Superior de Badajoz, desde el punto de su residencia, con fecha 16 de Agosto.
“Excmo. Señor: Desde el día 11 que se dio parte a V. E. de las ocurrencias que se sabían en orden a los enemigos, solo se ha sabido que éstos y la mayor parte de su exército permanece y subsiste en la ciudad de Plasencia, y que desde ella salen partidas a los pueblos inmediatos a robar y devastar. Desde esta villa se ha visto durante tres días la de Serradilla, donde incendiaron algunas eras, la dehesa, las cereas o vallados, y como unas ochenta casas de la población, entre ellas el convento de Religiosas que había; mataron además varias personas y hasta los animales que hallaron y quisieron; quedando el pueblo y sus vecinos en un estado completo de ruina. Lo mismo se dice de otros pueblos que igualmente han incendiado, como Pasarón, Arroyomolinos, El Barrado, Garganta la Olla, Texada, Rio-lobos, Malpartida, la Oliva y otros menores. Registran con escrupulosidad los campamentos que hay en las sierras y en los montes, y no contenta su ambición con robarlo todo, pasa su fiereza brutal a disparar tiros a las personas, haciendo cadáveres a quantas tienen la desgracia de ser percibidas por ellos, sin distinción de sexo ni edad: roban a manera de salteadores en los caminos a los arrieros y viajantes, y los asesinan después como hicieron con once junto a Serradilla, que ataron a unos árboles y se entretuvieron a tirar al blanco con ellos, y solo uno pudo ser socorrido, y escapó la vida sin embargo de tener tres balazos…”
Diario Mercantil de Cádiz. 4 de Septiembre de 1809.
La lucha contra las tropas napoleónicas se organizó en Extremadura recurriendo tanto a fuerzas militares regulares, como a partidas de civiles, que organizaron una lucha de guerrillas.
Tampoco podemos infravalorar las repercusiones que para las familias de base agrícola y artesanal tenían los alistamientos de los varones al ejército regular y a las guerrillas que se formaron con tanta profusión. Los llamamientos a la movilización fueron generales, estableciéndose grandes penas (incluida la muerte) para aquellos que no acudieran. Esos varones se encontraban precisamente en la edad más apropiada para el trabajo y, por consiguiente, para contribuir al sustento alimenticio de la familia. Prescindir de ellos conllevaba que la mujer tuviera que asumir ese cometido y por lo tanto aminorar las atenciones propias de la vida familiar, especialmente las que requerían los más pequeños de la casa.
También fue importante la pérdida de parte de nuestro patrimonio artístico como consecuencia tanto del saqueo como de la destrucción causada por la guerra, de las que tenemos evidencia incluso por la transmisión de la memoria colectiva en todos los pueblos de la comarca.
El 12 de Agosto de 1809, quince días después de haber sido derrotados los franceses en la batalla de Talavera de la Reina, una columna desarticulada del grueso del ejército galo penetró en la Vera. Al acercarse al monasterio los frailes lo abandonaron. El Monasterio de Yuste fue incendiado por los franceses, con todas sus riquezas, retablos y objetos, así como su magnífica biblioteca. El incendio destruyó gran parte del conjunto, sólo se salvaron la iglesia, el palacio y la llamada casa del obispo. El resto sufrió serios desperfectos, especialmente la parte del convento correspondiente a la ampliación del siglo XVI, el llamado claustro de Oropesa.
El 30 de julio de 1810 El Español (Londres) publica una carta de Sir A. Wellesley dirigida a Mr. Frere en la que se queja del trato diferenciador que los pueblos dispensan a los diferentes ejércitos, siendo el ejército inglés el más perjudicado, ya que los alcaldes no le proporcionan los medios de transporte ni las provisiones que necesitan, amenazando incluso de abandonar España y dejarla a su suerte en la lucha con el ejército francés; poniendo como ejemplo el trato que se le ha dispensado por los alcaldes de los pueblos de la Vera:
“Esta intimación se ha hecho mucho más necesaria de dos días acá, en los quales, siento decir que aunque mis tropas han estado en marchas forzadas, en operaciones cuyo éxito, debo decir, dependía de ellas solas, nada han tenido que comer, entretanto que el exercito Español tenía abundancia de víveres, y a pesar de que tengo en mi poder los papeles de obligación, hecha por los alcaldes de los pueblos de la Vera de Plasencia, de proveer este exército con 250,000 raciones, antes del 29 del corriente.
Ciertamente siento la necesidad en que me veo de hacer alto al presente, y que me obligará á salir de España, si continúa. No hay quien no confiese (y aun el mismo general Cuesta lo conoce) que mi conducta en hacer alto aora, ó en retirarme en el caso dicho, es del todo justa. Lo que yo puedo decir es, que jamás he visto un exército tratado tan mal en ningún pays, ni uno que mereciera mejor tratamiento, si se considera que todo depende de sus operaciones. Es ridículo decir que el pays no tiene medios de darnos lo que necesitamos. El exército francés está bien mantenido; los caballos de su caballería en excelente estado, y los soldados que se han hecho prisioneros, en buena salud y bien provistos de pan, del que dexaban a retaguardia un pequeño almazen lleno. Esta provincia es mucho más abundante en granos que Portugal, y no obstante esto, en todo el tiempo de mis operaciones en aquel reino, jamás nos faltó pan, sino un solo día en las fronteras de Galicia. En la Vera de Placencia hay medios de proveer este exército por quatro meses, según estoy informado, y con todo eso los alcaldes no han cumplido sus obligaciones conmigo. El exército español tiene abundancia de todo, y nosotros solos, de quien todo depende, estamos realmente muriéndonos de hambre.”
En 1.810 las tropas francesas de Napoleón invaden de nuevo la Vera:
“Plasencia 14 de noviembre. Ayer mañana se presentó en Casa Tejada una avanzada enemiga como de 200 caballos; pero se ignora si permanece en dicho pueblo. En el mismo día llegó otra partida de franceses á Villanueva de la Vera: dicen que están muy disgustados, por carecer en el campo Arañuelo de los ganados y de los granos que entraban de Castilla por los puertos del Pico y Arenal, ocupados ahora por nuestras tropas.”
Gaceta del Gobierno de México, 26 de enero de 1810. Noticias de España
En mayo de 1811 las tropas inglesas y españolas, comandadas por los generales Beresford y Francisco Castaños, derrotaron a los franceses en la batalla de la Albuera. El 21 de diciembre de 1811, los franceses abandonaron por última vez la ciudad de Plasencia.
El año 1812 marca el declive de la ocupación francesa, cuyas tropas se vieron reducidas al ser destinadas a la campaña de Rusia.
El 7 de abril de 1812 las tropas inglesas, al mando del duque de Wellington, recuperaron la ciudad de Badajoz, y el paso estratégico de Almaraz el 19 de mayo. A mediados de 1812 prácticamente toda Extremadura estaba liberada.
La guerra dejó tras de sí una calamitosa situación económica y causó un gran número de muertos.
José María Ambrosio Sánchez
En 1807 Francia se alía con España para ocupar Portugal. Se permite el paso de las tropas francesas por España, con Napoleón Bonaparte en cabeza, para dirigirse al país luso. Pero las tropas de Napoleón se diseminaron, ocupando diversas ciudades a lo largo de la geografía española. Muy pronto se hizo evidente para todos que la entrada consentida de las tropas napoleónicas se había convertido en una ocupación de nuestro país.
Esto unido a la alarma que provocan las noticias que llegan de Bayona desencadena una insurrección popular el 2 de mayo de 1808, en Madrid, que reprimida brutalmente por los franceses. El 5 de mayo de 1808 Napoleón obliga a el Rey Carlos IV, y a su hijo Fernando (entre ambos se disputaban el reinado) a abdicar al trono a su favor, quien lo cedería posteriormente a su hermano José Bonaparte.
Los días siguientes los levantamientos antifranceses se extienden por todo el país. Para hacer frente al invasor, se constituyen Juntas Provinciales, que asumen la soberanía en nombre del rey ausente. En junio de 1808 toda Extremadura se había levantado en bloque contra los franceses y se creó una Junta Provincial de Defensa que ostentó el poder desde el verano de 1808. Casi todos sus miembros pertenecían a las élites eclesiásticas, nobiliarias o militares. Inicialmente su sede estuvo en Badajoz.
En Plasencia, la ruptura vino acompañada de graves desórdenes que culminaron en derramamiento de sangre, con el asesinato de varios vecinos acusados de connivencia con el invasor. Se formó también una Junta local de armamento y defensa bajo la presidencia del obispo de la diócesis.
“De orden superior.
Consiguiente á oficio de la Junta de Plasencia, con remisión de un exemplar en idioma francés y castellano, que el Alcalde de Navalmoral le dirigió, la Suprema Junta de esta Provincia ha resuelto se anuncie en el Diario, que los franceses procuran esparcir escritos para engañar los pueblos con falsas promesas y terribles amenazas, previniendo, que los buenos Españoles entreguen los tales escritos á las respectivas Juntas de sus Partidos ó directamente á esta misma Suprema, para que se tomen las oportunas providencias, y la de que se quemen en la plaza Pública, por mano del Verdugo, manifestando á las Autoridades los Extrangeros ó Españoles viles, que procuran esparcir tales escritos de nuestros enemigos, para su arresto y severo castigo, por convenir así a la salvación de la Patria, que es lo que esta junta anhela, y desea viva y eficazmente. Badajóz. 3 de Diciembre de 1808.”
Diario de Mallorca, 1 de febrero de 1809.
En otoño de 1808 comenzó la ofensiva francesa, que llegó a Extremadura en abril de 1809.
A mediados del mes de diciembre de 1808 llegó a Plasencia la noticia de que desde Madrid bajaba un gran ejército, compuesto de unos 15.000 hombres al mando del General Lefevre y su segundo Sebastiáni. La Junta local dispuso que cuantos hombres estuvieran en posesión de armas, tanto en la propia ciudad como en los pueblos próximos, junto con algunas tropas de infantería y caballería que se hallaban en la ciudad, y que sumaban, en total, más de 500 hombres, marchasen hacia el río Tiétar, se apoderasen de las barcas de la Bazagona y fortificasen su margen derecha.
El día 26 de diciembre las tropas francesas lograron atravesar el Tiétar y ocuparon Malpartida de Plasencia, donde hubo actos de venganza de los franceses a sus habitantes e incendiaron la población.
El 28 de diciembre de 1808, por la tarde, entró en Plasencia una primera avanzadilla del Ejército Francés que permaneció hasta el día 1 de enero de 1809. En estos pocos días, los franceses aprovecharon para saquear y destrozar la ciudad.
La posición de Plasencia, como lugar estratégico de tránsito entre Castilla y Extremadura fue escenario durante la Guerra de la Independencia del paso de abundantes tropas francesas en numerosas ocasiones, llegando a ocupar la ciudad un total de doce veces, con los consiguientes y respectivos saqueos.
En la Gazeta del Gobierno (Sevilla) del 17 de marzo de 1809, encontramos estos dos sueltos en los que se habla de las escaramuzas entre las tropas en la zona del río Tiétar y los pueblos de la Vera.
“El General en Xefe del exército de Extremadura: Don Gregorio de la Cuesta, con fecha de 12 del corriente ha dado cuenta de que D. Josef Gutiérrez, Capitán del segundo regimiento de Voluntarios de Madrid, y Comandante de la tropa de dicho cuerpo y de otras partidas puestas sobre los vados de la orilla derecha del rio Tiétar, le había participado que el día 9 del mismo pasaron de 30 a 40 franceses de infantería con caballerías de carga para llevar comestibles de la villa de Jaraíz: que dentro de ella fueron acometidos por el subteniente D. Josef Sanchez que había acudido con su partida, y los arrojó del pueblo batiéndoles en su retirada, que dirigieron por el punto en que estaba apostado el referido Comandante: que éste cargó de nuevo sobre ellos ántes de que repasasen el vado: que en este ataque les mató 8 hombres además de algunos heridos, tomándoles 11 prisioneros, 6 caballerías mayores, y 5 menores sin más pérdida de nuestra parte que la de un muerto y dos heridos.”
“Por oficio dirigido al Sr. Francisco de Saavedra por el Comandante del resguardo de Plasencia D. Josef Colmenares de Igea, consta: que el Cabo de rentas establecido en la villa de Tejada a las inmediaciones del mismo río, después de haber cubierto el lugar de Garganta, y la villa de Quacos para evitar la extracción de víveres, se acercó a la de Jaraíz en donde encontró la novedad de la acción que queda referida, y rechazados los enemigos: entonces se agregó con sus dependientes a la tropa y paysanage que les persiguieron en la retirada, y observó que, además de la pérdida arriba expresada, se ahogaron al repasar el Tiétar 3 de los enemigos, quienes se replegaron precipitadamente al cuerpo de su exército.
S.M. ha mandado que se haga notorio este suceso para satisfacción del público, y de los que han concurrido a la acción con tanta bizarría.”
Las situaciones de asedio a las que se veían sometidas las poblaciones eran muy frecuentes. El saqueo de los pueblos por parte de los ejércitos imperiales fue una práctica muy extendida. Muchas de las entradas de los ejércitos en los pueblos se convertían en auténticos actos de vandalismo. En muchas ocasiones se trataba de “ajustar cuentas” o adoptar “represalias” por las propias acciones de defensa llevadas a cabo por los moradores.
“El 28 de abril de 1809.
En el Partido de Plasencia interceptaron los paisanos un correo francés, que llevaba la correspondencia de este exército enemigo: mataron á tres soldados que lo acompañaban, y han remitido la valija á esta Superior Junta de Gobierno, la qual parece contiene papeles interesantes.”
Diario Mercantil de Cádiz. 7 de mayo de 1809.
“Nuestros exércitos de Estremadura y de la Mancha se han retirado oportunamente. El primero tiene su quartel general en el Puerto de Miravete, y defendidos con baterías los puentes de Almaraz y Puente del Arrzobispo.
Los ingleses se acercan a las orillas del Tiétar. Victor tiene sus fuerzas entre Talavera y el río Alverche.- En Sta. Elena está de nuevo el quartel general del Sr. Venegas. El coronel Lacy batió y dispersó el día 28 próximo en Torralba con dos regimientos de caballería y una compañía de cazadores á 5 regimientos de caballería francesa con cañones, matándoles e hiriéndoles mucha gente. Dicen que Josef Napoleón se halla en Almagro.”
Semanario patriótico. 6 de Julio de 1809.
En otro orden de cosas tenemos la destrucción de cosechas, consecuencia de la política de tierra quemada aplicada por los extremeños, que pretendían con ello impedir a las tropas francesas mantenerse de los recursos que existían sobre el terreno que ocupaban. La lucha contra los ejércitos franceses conllevó un importante deterioro de las condiciones de vida de la población, aumentando considerablemente las enfermedades epidemiológicas, que a su vez causaron numerosas bajas en la población. Las familias estaban continuamente sometidas al proceso de entrega de víveres, animales, carros, utensilios de trabajo y sustentos para los animales de los ejércitos.
En 1810 casi toda la región estaba ya en manos de los franceses. El gobierno afrancesado establece las prefecturas de Cáceres y Mérida.
La importancia otorgada a Portugal tanto por parte francesa como inglesa, convirtió a Extremadura, región limítrofe con este país, en objetivo de uno y otro ejército.
Parte de la Junta de Plasencia a la Superior de Badajoz, desde el punto de su residencia, con fecha 16 de Agosto.
“Excmo. Señor: Desde el día 11 que se dio parte a V. E. de las ocurrencias que se sabían en orden a los enemigos, solo se ha sabido que éstos y la mayor parte de su exército permanece y subsiste en la ciudad de Plasencia, y que desde ella salen partidas a los pueblos inmediatos a robar y devastar. Desde esta villa se ha visto durante tres días la de Serradilla, donde incendiaron algunas eras, la dehesa, las cereas o vallados, y como unas ochenta casas de la población, entre ellas el convento de Religiosas que había; mataron además varias personas y hasta los animales que hallaron y quisieron; quedando el pueblo y sus vecinos en un estado completo de ruina. Lo mismo se dice de otros pueblos que igualmente han incendiado, como Pasarón, Arroyomolinos, El Barrado, Garganta la Olla, Texada, Rio-lobos, Malpartida, la Oliva y otros menores. Registran con escrupulosidad los campamentos que hay en las sierras y en los montes, y no contenta su ambición con robarlo todo, pasa su fiereza brutal a disparar tiros a las personas, haciendo cadáveres a quantas tienen la desgracia de ser percibidas por ellos, sin distinción de sexo ni edad: roban a manera de salteadores en los caminos a los arrieros y viajantes, y los asesinan después como hicieron con once junto a Serradilla, que ataron a unos árboles y se entretuvieron a tirar al blanco con ellos, y solo uno pudo ser socorrido, y escapó la vida sin embargo de tener tres balazos…”
Diario Mercantil de Cádiz. 4 de Septiembre de 1809.
La lucha contra las tropas napoleónicas se organizó en Extremadura recurriendo tanto a fuerzas militares regulares, como a partidas de civiles, que organizaron una lucha de guerrillas.
Tampoco podemos infravalorar las repercusiones que para las familias de base agrícola y artesanal tenían los alistamientos de los varones al ejército regular y a las guerrillas que se formaron con tanta profusión. Los llamamientos a la movilización fueron generales, estableciéndose grandes penas (incluida la muerte) para aquellos que no acudieran. Esos varones se encontraban precisamente en la edad más apropiada para el trabajo y, por consiguiente, para contribuir al sustento alimenticio de la familia. Prescindir de ellos conllevaba que la mujer tuviera que asumir ese cometido y por lo tanto aminorar las atenciones propias de la vida familiar, especialmente las que requerían los más pequeños de la casa.
También fue importante la pérdida de parte de nuestro patrimonio artístico como consecuencia tanto del saqueo como de la destrucción causada por la guerra, de las que tenemos evidencia incluso por la transmisión de la memoria colectiva en todos los pueblos de la comarca.
El 12 de Agosto de 1809, quince días después de haber sido derrotados los franceses en la batalla de Talavera de la Reina, una columna desarticulada del grueso del ejército galo penetró en la Vera. Al acercarse al monasterio los frailes lo abandonaron. El Monasterio de Yuste fue incendiado por los franceses, con todas sus riquezas, retablos y objetos, así como su magnífica biblioteca. El incendio destruyó gran parte del conjunto, sólo se salvaron la iglesia, el palacio y la llamada casa del obispo. El resto sufrió serios desperfectos, especialmente la parte del convento correspondiente a la ampliación del siglo XVI, el llamado claustro de Oropesa.
El 30 de julio de 1810 El Español (Londres) publica una carta de Sir A. Wellesley dirigida a Mr. Frere en la que se queja del trato diferenciador que los pueblos dispensan a los diferentes ejércitos, siendo el ejército inglés el más perjudicado, ya que los alcaldes no le proporcionan los medios de transporte ni las provisiones que necesitan, amenazando incluso de abandonar España y dejarla a su suerte en la lucha con el ejército francés; poniendo como ejemplo el trato que se le ha dispensado por los alcaldes de los pueblos de la Vera:
“Esta intimación se ha hecho mucho más necesaria de dos días acá, en los quales, siento decir que aunque mis tropas han estado en marchas forzadas, en operaciones cuyo éxito, debo decir, dependía de ellas solas, nada han tenido que comer, entretanto que el exercito Español tenía abundancia de víveres, y a pesar de que tengo en mi poder los papeles de obligación, hecha por los alcaldes de los pueblos de la Vera de Plasencia, de proveer este exército con 250,000 raciones, antes del 29 del corriente.
Ciertamente siento la necesidad en que me veo de hacer alto al presente, y que me obligará á salir de España, si continúa. No hay quien no confiese (y aun el mismo general Cuesta lo conoce) que mi conducta en hacer alto aora, ó en retirarme en el caso dicho, es del todo justa. Lo que yo puedo decir es, que jamás he visto un exército tratado tan mal en ningún pays, ni uno que mereciera mejor tratamiento, si se considera que todo depende de sus operaciones. Es ridículo decir que el pays no tiene medios de darnos lo que necesitamos. El exército francés está bien mantenido; los caballos de su caballería en excelente estado, y los soldados que se han hecho prisioneros, en buena salud y bien provistos de pan, del que dexaban a retaguardia un pequeño almazen lleno. Esta provincia es mucho más abundante en granos que Portugal, y no obstante esto, en todo el tiempo de mis operaciones en aquel reino, jamás nos faltó pan, sino un solo día en las fronteras de Galicia. En la Vera de Placencia hay medios de proveer este exército por quatro meses, según estoy informado, y con todo eso los alcaldes no han cumplido sus obligaciones conmigo. El exército español tiene abundancia de todo, y nosotros solos, de quien todo depende, estamos realmente muriéndonos de hambre.”
En 1.810 las tropas francesas de Napoleón invaden de nuevo la Vera:
“Plasencia 14 de noviembre. Ayer mañana se presentó en Casa Tejada una avanzada enemiga como de 200 caballos; pero se ignora si permanece en dicho pueblo. En el mismo día llegó otra partida de franceses á Villanueva de la Vera: dicen que están muy disgustados, por carecer en el campo Arañuelo de los ganados y de los granos que entraban de Castilla por los puertos del Pico y Arenal, ocupados ahora por nuestras tropas.”
Gaceta del Gobierno de México, 26 de enero de 1810. Noticias de España
En mayo de 1811 las tropas inglesas y españolas, comandadas por los generales Beresford y Francisco Castaños, derrotaron a los franceses en la batalla de la Albuera. El 21 de diciembre de 1811, los franceses abandonaron por última vez la ciudad de Plasencia.
El año 1812 marca el declive de la ocupación francesa, cuyas tropas se vieron reducidas al ser destinadas a la campaña de Rusia.
El 7 de abril de 1812 las tropas inglesas, al mando del duque de Wellington, recuperaron la ciudad de Badajoz, y el paso estratégico de Almaraz el 19 de mayo. A mediados de 1812 prácticamente toda Extremadura estaba liberada.
La guerra dejó tras de sí una calamitosa situación económica y causó un gran número de muertos.
José María Ambrosio Sánchez
martes, 21 de abril de 2015
Ultimos hallazgos de orfebrería orientalizante. Yacimiento Protohistorico de Pajares, villanueva de la Vera
PREHISTORIA: "EL CONJUNTO ÁUREO DE PAJARES". Villanueva de la Vera.
El Conjunto Áureo de Pajares es uno de los últimos hallazgos de orfebrería orientalizante. El periodo orientalizante se introduce en Occidente a partir del siglo VII a.C., debido a la presencia fenicia y concretamente de artesanos orientales en las comunidades indígenas, que aprenden de ellos directamente, a través de los orfebres tartésicos, las técnicas de la soldadura, lo que presupone el conocimiento del metal, sus aleaciones y el control de la temperatura, de la filigrana y del granulado. El conjunto se compone de dos placas idénticas, que también han sido denominadas arracadas; un elemento de diadema; una chapita con rostro humano y disco, y una placa con decoración zoomorfa. Las Placas o Arracadas desarrollan una decoración en la que destacan los motivos en forma de piel de toro extendida y veintidós conjuntos decorativos impresos con ayuda de dos troqueles en forma de creciente. La cara opuesta consiste en una chapa de idénticas en la que los temas decorativos consisten en una cresta de palmetas y flores, que representan el árbol de la vida, limitadas por dos prótomos.
Los prótomos presentan una cara humana repujada en chapa fina con los rasgos muy poco marcados. Sin embargo, el conjunto da una impresión de severidad que llega a producir sensación de inquietud. Está enmarcada por una decoración granulada que delimita el rostro, lo que sugiere un tocado o peinado. Quizá lo más impresionante de estas caras sea el esquematismo de la boca que, junto con los ojos almendrados y la nariz que parte del nacimiento de las cejas aumenta la sensación de hieratismo.
Esta decoración, que invita a pensar en un carácter sacro para estas piezas, parece estar reflejando un ciclo astral relacionado con una cosmogonía indígena. El carácter sacro de esta joyería parece definirse por sí mismo en la acumulación de símbolos en ambas caras de la placa. La repetición del ciclo astral con temas tales como el creciente, nos hace pensar en una representación voluntaria de un cielo mítico completo, algo semejante a la concepción etrusca de la duración de su propia etnia, con un número determinado de "siglos" que equivalían a una "vida de hombre" de unos ochenta años cada uno. El hecho de que esta "bóveda celeste" se halle sostenida en su cara inferior por árboles de vida parece dar solidez a esta interpretación. El motivo de la piel de toro extendida aparece en distintos contextos aunque todos ellos de carácter sagrado o religioso. El simbolismo de la piel de toro sacrificado, y en consecuencia y como tal hay que relacionarlo con el culto al dios tauromorfo de la atmósfera como dios guerrero. El culto y religión con el que se relaciona fue introducido en la Península Ibérica por las gentes del Mediterráneo Oriental y que pasó a la cultura tartésica y posteriormente a la cultura ibérica. Estas sociedades, ricas en recursos agropecuarios y especialmente en metales, cuya producción y distribución controlaban unos jefes guerreros, asimilaron pronto estas creencias religiosas y el toro, uno de los atributos principales del dios de la tormenta, pasó a formar parte de los atributos míticos de los reyes tartésicos. El culto del dios de la tormenta/diosa de la fecundidad fue uno de los más importantes de la religión tartesio-ibera por los menos hasta el siglo IV a.C. Dado que estos símbolos ofrecen una clara connotación cultural relacionada con el ciclo de la vida y de la muerte podemos concluir que estas joyas debían servir como objetos rituales y no hechos para ser llevadas por una persona o por un notable de manera usual, salvo en determinadas ceremonias de índole social o religiosa.
El conjunto se compone además de un importante cantidad de objetos de vidrio como ungüentarios o cuentas de collar y algunos fragmentos de cerámica ática que constituyen una importante muestra de elementos posiblemente de prestigio vinculados en bastantes ocasiones a las zonas de hábitat, entre ellas las piezas de orfebrería más significativas. Ha de haber un grupo social consumidor de estos elementos, y una estructura económica con un grado suficiente de especialización como para permitir el trabajo de un grupo de artesanos dedicados al trabajo del oro y de los bronces, al menos, ya que la pasta vítrea y la cerámica ática se tienen por las únicas importaciones. Podemos constatar que las relaciones culturales y comerciales de estos pueblos no se habrían limitado a contactos exclusivos con las zonas próximas sino que, y debido seguramente a su riqueza minera y a la habilidad de sus orfebres y artesanos, habrían tenido relaciones con pueblos apartados. La presencia de productos orientales en los yacimientos de Pajares justifican esta aserción.
Todo esto nos permite establecer la cronología del lugar entre los siglos V a. C. y principios del IV. Los fragmentos recogidos en estas excavaciones han sido depositados en el Museo Provincial de Cáceres, tras su adquisición en 1989 por la Consejería de Educación y Cultura de la Junta de Extremadura.
Bibliografía:
“Arracada Orientalizante de Villanueva de la Vera (Cáceres). Propuesta de Reconstrucción”. Mª Luisa de la Bandera Romero.
“El Yacimiento Protohistórico de Pajares”. Sebastián Celestino Pérez
PREHISTORIA :ALGUNOS HALLAZGOS ARQUEOLOGICOS EN VILLANUEVA DE LA VERA
PREHISTORIA: HACHA. DOLMEN DE LA VEGA DEL NIÑO.
VILLANUEVA DE LA VERA.
Museo Arqueológico Nacional.
Esta hacha se extrajo en las excavaciones del Dolmen de la Vega del Niño. Pertenece al estilo Calcolítico. Está realizada en pizarra corneana (roca metamórfica compuesta principalmente de cuarzo, feldespato y mica formada mediante metamorfismo de contacto de pizarras y rocas sedimentarias afines), con la técnica de abrasión y pulimentado.
Desde 1.957 se sabía de la existencia de este túmulo, que se dio a conocer como el “dolmen de corredor de Villanueva de la Vera”. El dolmen ha desaparecido; las piedras que lo formaban fueron utilizadas para construir algunas edificaciones cercanas. El monumento se describió como un círculo con un pasillo con un túmulo de unos 15 m. Más adelante, en 1975, Cleofe Rivero y Almagro-Gorbea llevaron a cabo excavaciones en el dolmen, que no dieron lugar a una publicación. Los materiales extraídos se conservan en el Museo Arqueológico Nacional.
La cerámica repite los tipos y acabados que encontramos en otros yacimientos de la zona; que se corresponden con cuencos semiesféricos lisos, sin decoración, aunque en algunos casos decorados con engobe a la almagra, (El engobe es una tierra de consistencia pastosa a base de caolín, con la que se baña al objeto).
El ajuar incluye una gran cantidad de elementos de industria lítica de piedra pulimentada. También se encontraron objetos de adorno como un colgante y hasta 168 cuentas de collar. Por último, reseñar la aparición de una lezna de cobre biapuntada que parece indicar una ocupación de época campaniforme.
El Calcolítico, último período de la Edad del Bronce, cuyos límites cronológicos se sitúan entre 1250 y 750 a. C., se caracterizó por una serie de movimientos y cambios que afectaron a gran parte de Europa. La Península Ibérica recibió una serie de influencias llegadas del exterior que sirvieron para revitalizar el desarrollo de las anteriores culturas regionales. En el momento de la llegada de estas nuevas aportaciones, la cultura indígena que mayor extensión territorial alcanzaba en la Meseta era la de Cogotas I, denominada así por los hallazgos realizados en el yacimiento epónimo de la provincia de Ávila.
Tenían una economía de subsistencia basada fundamentalmente en la ganadería, sobre todo, de vacas, cabras y ovejas, seguidas a mayor distancia por el cerdo y el caballo. También puede deducirse una incipiente actividad agrícola dedicada al cultivo del cereal, tanto por la ubicación de algunos asentamientos en zonas llanas, como por los abundantes molinos de piedra encontrados en los fondos de los asentamientos. Los rituales funerarios muestran la práctica del rito de la inhumación del cadáver en fosa, acompañado de un escaso ajuar formado fundamentalmente por varias piezas cerámicas.
Paralelamente, a partir del 700 a.C. se producen contactos con el pueblo tartésico, que demanda ganado y metales de las regiones septentrionales y se establecen alianzas y relaciones comerciales. Este encuentro indígena-cultura orientalizante, materializado mediante pactos políticos y comerciales, garantizaban el uso de las vías de paso y los vados, que controlan el acceso a la Meseta y sugieren una economía de objetos de prestigio, como avalan los materiales recogidos en las inmediaciones de El Raso de Candeleda, o los tesoros áureos de Villanueva de la Vera.
Tesis Doctoral: “PAISAJES AGRARIOS PRE Y PROTOHISTÓRICOS EN
LA COMARCA DE LA VERA ALTA (CÁCERES): UN ENFOQUE ARQUEO-
Carlos Fernández Freire. Madrid, 2008
En los dias de agua: portales tabernas y fragua
GUITARVERA 2015. DÍAS DE AGUA: PORTALES, TABERNAS Y FRAGUA
Yo quisiera ser porquero
en el tiempo las morcillas,
abril y mayo vaquero
cuando paren las novillas,
junio y julio borreguero
cuando acarran las merinas,
agosto y septiembre obrero
cuando vendimian las viñas.
Luego cojo mi capote
y lo lleno de patatas
y me voy a la taberna
y allí que me piquen ratas.
Los magníficos “portales” de nuestra Plaza Mayor, que mantiene su estructura tradicional desde finales del siglo XIX, se convertían en el marco más idóneo para entablar relaciones en estos días de lluvia, ya que facilitaban el trasiego entre las posadas y tabernas sin necesidad de mojarse, a la vez que favorecían la formación de corrillos en los que se realizaban numerosos y continuos tratos.
Los ganaderos y agricultores llegaban a la plaza antes del amanecer. Las churreras ya tenían preparada la caldera y el aceite caliente. Después de tomar unos churros y una copa de aguardiente con los amigos, había que ir a alimentar al ganado o ir a ordeñar las cabras y vacas. Las cuadras se encontraban generalmente en las plantas bajas de las propias viviendas o en las callejas aledañas al núcleo urbano, donde también se situaban muchas de las majadas. Los tratantes y ganaderos aprovechaban estos días de lluvia para comprar y vender las caballerías y otros animales como cabras, cabritos o cerdos.
En la plaza también se realizaban los tratos con los arrieros, que dormían en las posadas y traían mercancías de otros lugares, como Navalmoral o Talavera, y compraban los productos que aquí se producían; siendo numerosas las transacciones comerciales entre unos y otros.
El lugar preferido para realizar los tratos eran las tabernas, siempre junto al mostrador compartiendo unas copas de aguardiente. El alcohol calentaba los ánimos y “la boca”, lo cual favorecía los acuerdos. Allí se encontraban los que pretendían vender y los que deseaban comprar y en medio el tratante. Se comentaba el número de cabezas y peso aproximado y se discutían los precios. El trato se cerraba, tras un forcejeo por ambas partes, hasta ponerse de acuerdo en el número de cabezas, precio, forma de pago y tiempo de recogida. Si se llegaba a un arreglo, posteriormente se desplazaban a la cuadra o a las majadas para, sobre el terreno, sellaban el trato si se veía conveniente. Si todo iba tal y como se había dicho y convenido se aceptaba la señal, cantidad de dinero que se adelantaba como formalización y compromiso y se fijaba el día del peso. Si durante el tiempo transcurrido desde la fecha de la venta y la del peso habían subido o bajado los precios en el mercado, el trato no se alteraba y se respetaba lo pactado. Los tratos se cerraban antaño con un fuerte apretón de manos y, posteriormene, se sellaban con el “alboroque”, tomando unos chatos de vino de pitarra.
Hicimos convenio
volver otra vez
al charco de vino
borrachos tos tres,
tos tres, tos tres
tos tres, tos tres.
Borrachos tos tres
borrachos tos cuatro
vamos a la cuadra
a ver el caballo.
Los “portales” también eran el lugar idóneo para contactar con los patronos y cerrar compromisos de trabajo; tanto por parte de los medieros, que trabajaban las tierras de otros; como por parte de los jornaleros, que se situaban en filas o en corrillos alrededor de éstos, esperando que algún patrón se acercara a ellos a ofrecerles algún trabajo. Los jornales eran escasos, salvo en tiempo de siega, esquila o recolección; pero siempre se podía encontrar algún jornal para hacer picón, cortar leña, o para realizar pequeños arreglos en las fincas. Los jornales se contrataban por “peonías” (trabajo que se realiza en un día). En aquellas épocas se solían contratar varias “cuadrillas” hasta que se terminase el trabajo.
También los amos aprovechaban estos días para “ajustar” los cabreros y borregueros, que eran contratados para servir como criados guardando el ganado por temporadas.
Los que conseguían trabajo pasaban varios días celebrándolo con grandes borracheras de taberna en taberna; al igual que los no afortunados, que mataban sus penas haciendo “San Jirulo”, celebrando este supuesto santo que servía para festejar los días no festivos, pasando el día de taberna en taberna… Es lógico que el alcohol se haya utilizado desde siglos como un tradicional desinhibidor, al tiempo que sirve para estimular los sentimientos de euforia y bienestar. En numerosos casos, el alcohol pasaba a ser así refugio ante los fracasos cotidianos, que llevaban a muchas familias de trabajadores a vivir en la miseria y en la desgracia. La taberna se convertía así en un medio de aislarse de un hogar infeliz que, además, solía reunir escasas condiciones de habitabilidad.
En Villanueva podemos documentar la existencia de tabernas y posadas desde tiempos remotos; como reza el cantar:
Villanueva, Villanueva.
Villanueva, la bravía,
Con venticinco tabernas
Y ninguna librería…
En el Interrogatorio de la Real Audiencia, realizado el 12 de marzo de 1791 aparece:
“Que en esta villa y su jurisdicion hay el abasto de carniceria, que se arrienda anualmente solo por que surta de carnes el abastecedor a este comun, hay el de la avaceria que solo en el se vende aceite y xabon, el de taberna vendiendo en este vino y no otro licor, y el de aguardiente; que unos y otros se arriendan cada año en publica subasta, que regulado su producto por el quinquenio de los cinco ultimos años han balido en cada uno de ellos dos mil trescientos reales. Permaneziendo sus pesos y medidas con arreglo a los de los pueblos comarcanos.”
Según el B.O.P.C del 14 de noviembre de 1890, podemos constatar que hay tres posadas en la plaza, regentadas por Manuela Castañar, Ignacio Gómez y Francisco Moreno; y una taberna, como venta de vino, regentada por José Parrón Martínez. No sabemos si habría más, porque en el listado solo aparecen los pagadores de los arbitrios.
En el B.O.P.C. de 20 de abril de 1904 aparecen tres posaderos en la Plaza: José Huertas Martín, Lorenzo Serrano Garvín y Ramona Araujo Cordobés; y una taberna regentada por Fulgencio Castaños.
Frecuentar la taberna era una de las prácticas masculinas más habitual, convirtiéndose en un espacio esencial para la socialización en la vida cotidiana de las clases populares. A ella se acudía no solo para beber: era un lugar indispensable para conversar; intercambiar noticias; punto de parada en un breve intermedio del trabajo o en el camino hacia el taller o de vuelta a casa; un local intensamente vinculado al ocio popular; espacio lúdico de diversión y de cantos; y refugio de frustraciones familiares. Además, como ya hemos dicho, se convertía en el escenario de multitud de actividades comerciales.
La taberna, como espacio típicamente varonil, estaba generalmente vetada a las mujeres. En la actualidad, no se pone ningún impedimento a la entrada de éstas; pero, en muchos casos, se sigue considerando que no es su espacio habitual: “La mujer y el perro a la puerta el chozo”, “La mujer y la sartén en la cocina están bien”, hemos oído decir cientos de veces.
En nuestro pueblo, la mujer, sobre todo, en las clases trabajadoras, siempre ha contribuido con el trabajo personal a los ingresos familiares, no sólo con el trabajo en casa, sino participando en las tareas agrícolas y ganaderas, o incluso trabajando a jornal igual que los hombres. La estructura familiar en Villanueva está basada en una economía doméstica donde cada uno de los miembros aporta su trabajo. Esto hace que la identidad masculina y femenina y los papeles privados y públicos entre la mujer y el hombre sean bastante borrosos. Por eso será la taberna, y en ella, el mostrador, el lugar idóneo para reforzar el papel masculino con símbolos y rituales que excluyen a las mujeres. Sigue siendo muy habitual oír en estas conversaciones expresiones como estas: “macho”, “no tienes cojones”, “cojonudo”, “no me toques los cojones”,... y , sobre todo, veremos gestos de autoafirmación que sirven para engrandecer la imagen masculina, como tocarse “las vergüenzas” en público, darse fuertes palmadas en la espalda, pedir las copas dando un palmetazo resonante sobre el mostrador, gastar bromas pesadas, decir obscenidades y, sobre todo, alusiones verbales y corporales al acto sexual. Pero, aparte de la agresividad física y sexual, es importante que el hombre demuestre su “formalidad”, autocontrol, capacidad de mantener la dignidad, nunca se pueden perder los estribos, incluso con las bromas pesadas nunca debe perder la calma, hay que saber aguantar para, más tarde, poder atacar calculadamente, así demostrará su “hombría” ante los demás.
Como vemos, la propia bebida y su ritualización tenían ingredientes asociados a la virilidad y al fortalecimiento del compañerismo. Se bebe en común, “una ronda para todos”. El beber se convierte en un rito social que no deja de estar sometido a unas normas que todos deben cumplir; hay que aceptar las distintas formas de invitar, aceptar y corresponder a las copas creándose un comportamiento ritualizado. Cuando uno dice: “invito yo”, sus compañeros protestan de forma poco convincente, como parte del juego; seguidamente, reitera su invitación, le hace una seña al camarero para llenar los vasos y, después de unas cuantas objeciones, todos acceden. Antes de acabar la copa, otro invita a una segunda “ronda” y el ritual se repite. Existen expresiones de estos rituales que se han mantenido hasta nuestros días, como: “¡vamos a tomar la espuela!”, “la penúltima” o “arrancaera” que dan a entender que se desea concluir con la bebida, y al mismo tiempo permiten que el que quiera marcharse pueda corresponder al pedir la última ronda; estaría muy mal visto que alguien se fuese sin pagar. Si cuando ya ha comenzado la ronda, llega un nuevo compañero, se dice: “el que llega de Roma, jinca la porra”, para indicar que el último que llega tiene que invitar si quiere beber.
La taberna, en cuando lugar de riñas y pendencias, va a ser perseguida por la Iglesia hasta el siglo XIX. En tiempos en que la Iglesia lo dominaba todo, era uno de los pocos locales de uso colectivo donde se podía blasfemar en plena libertad; donde el proletariado podía entregarse con bastantes menos cortapisas a lo que se consideraban conductas viciosas y depravadas. Además de consumirse bebidas alcohólicas, sobre sus mesas o en habitaciones interiores reservadas, se jugaba a los naipes, otro de los vicios responsables, según la literatura del momento, de la desaparición de buena parte de los jornales y de la ruina de la familia. Su espacio también era escenario frecuente de “trágicas reyertas”; ya que muchos vecinos se pasaban en ellas las noches enteras, de lo que se originaban disputas, que acababan muchas veces en peleas y, en el peor de los casos, en muertes; consecuencia todo ello del excesivo consumo de vino. Nada tiene de extraño, por consiguiente, que también los peligros del alcoholismo y la perversión de la taberna atrajesen la atención de los moralistas.
“Los vecinos de Villanueva de la Vera, Valentín Fernández y Julián Pascual Quintas, ambos mayores de edad, cuando se encontraban durante la noche de anteayer, en una taberna de aquel pueblo, comenzaron a discutir, ocasionando una reyerta. Inmediatamente intervino la guardia civil, quien denunció al Juzgado, a los exaltados bebedores.”
Nuevo Día, 30 de abril de 1929.
Sin embargo lo que más preocupaba a las autoridades civiles y a la Iglesia, es que la taberna, finalmente, no era ajena al desarrollo de discusiones colectivas que también podían tener contenido político, capaces de ocasionar movimientos obreros y, en numerosas ocasiones se tratan de cerrar o de regular sus horarios. Sin embargo, la taberna continuará siendo el lugar de relación más accesible para los trabajadores; no había que pagar cuota alguna para entrar en sus locales, el vino seguía siendo barato, y el horario de apertura se adaptaba plenamente al tiempo de que disponía el trabajador: escaso y de provisión irregular.
En torno a las mesas, era donde se organizaban las actividades más comunes de la taberna: la bebida, pero también la conversación o el juego de cartas:
“El 1º del corriente marchó a Villanueva de la Vera el segundo inspector de Vigilancia, Sr. Martínez Niño. Según nos han dicho, la marcha obedeció a denuncia en la que se aseguraba que en el mencionado pueblo se “tiraba de la oreja a Jorge”.
Norte de Extremadura. 6 de febrero de 1909.
(«Tirar de la oreja a Jorge», expresión en desuso, que se utilizaba antes de la década de 1920, se utilizaba como sinónimo de jugarse dinero a las cartas. El juego siempre fue muy popular y tuvo una larga vida a pesar de ser considerada siempre como ilegal, y propia de bribones y de vagos. Por lo visto procede de cuando los jugadores cogen la carta por una esquina, por una oreja, y se cree una derivada de la jerga universitaria. Jorge de Trebisonda, humanista bizantino, tradujo la «Retórica» de Aristóteles y el «Almagesto» de Ptolomeo, y de su complicado estudio se escabullían los estudiantes jugando a los naipes, «tirando de la oreja a Jorge de Trebisonda».)
Y LA FRAGUA:
El trabajo de herrero se remonta a la edad de hierro y su tradición ha ido pasando de padres a hijos hasta nuestros días. El año 750 a.C. se estableció como límite entre la Edad del Bronce y la Edad del Hierro, coincidiendo con la aparición de dicho metal en algunas regiones europeas.
En nuestra zona, la cultura de los vettones tiene su máximo esplendor durante la Edad del Hierro, cuyas huellas se suceden y mezclan con pueblos indoeuropeos, así como con los pueblos y culturas del norte de África y del Mediterráneo, como fenicios, griegos, cartagineses, etruscos y romanos.
Esta compleja y gradual evolución desde el ocaso del mundo de Cogotas I hasta el desarrollo de las comunidades vettonas al socaire de la cultura celtibérica, no habría sido posible si, desde finales del segundo milenio a.C., no se hubiera desarrollado una red de intercambios a gran escala que favoreciese la difusión de nuevas ideas y tecnologías. La utilización del hierro no fue repentina ni se produjo en todos los lugares a la vez, puesto que a pesar del perfecto conocimiento técnico alcanzado por los metalurgistas del bronce, el trabajo del nuevo metal implicaba algunas variaciones como la adaptación de los hornos a mayor temperatura, la necesidad de purificar de escorias y, sobre todo, la imposibilidad de colar el metal fundido en moldes de piedra, como el cobre o el bronce, siendo necesario dar la forma a la pieza deseada por martilleo en caliente y luego templarla, enfriándola bruscamente en agua fría para obtener mayor dureza.
La celtización impuso ante todo una nueva organización social y económica que proporcionó a las poblaciones vettonas una mayor capacidad de expansión y cohesión. El crecimiento de los castros y las nuevas estrategias de subsistencia son consecuencia, entre otras muchas cosas, de la eficaz difusión de tecnologías agrarias y de la metalurgia del hierro, que permiten explotar con éxito los suelos duros de la región y garantizar de este modo un poblamiento estable. En nuestro pueblo, son de destacar los numerosos restos hallados en la Cañada de Pajares y el asentamiento del Cerro Castrejón.
La minería fue también importante para la economía de los romanos. Pero en la Vera los yacimientos minerales siempre han sido muy escasos. En Villanueva se han encontrado dos yacimientos arqueológicos romanos, que probablemente correspondieran a asentamientos más antiguos reutilizados: "La Finca de las Corias: al sur del pueblo, se registra un área de dispersión de material cerámico aunque bastante escaso y otra más amplia de dispersión de escorias. Los restos metálicos son de hierro, provenientes seguramente de la misma mineralización, como muestran los análisis realizados por que indican la presencia de manganeso y de ligeras trazas de calcopirita. “La Laguna”: En un cerro sobre la fosa del Tiétar se localiza una importante concentración de escoria de hierro y cerámica romana.
Durante la Edad Media serán los judíos los encargados de trabajar el hierro, igual que la mayoría de los oficios artesanos: carpinteros, ceramistas, hojalateros, orfebres, etc.
En el Interrogatorio de la Real Audiencia. Extremadura a finales de los tiempos modernos. Partido de Plasencia, realizado el 12 de marzo de 1791, dice que en Villanueva hay:
“dos herreros dedicados unicamente a componer erramientas de estos domiciliarios con que labran y venefician sus haziendas, un herrador y alveitar, quatro sastres, dos carpinteros,…”
En 1904 el herrero era Antonio Cordobés García, y tenía una fragua en la Calle del Pozo.
El herrero forjaba el hierro calentándolo previamente en carbón ardiendo animado con el aire del fuelle. Una vez que el hierro estaba candente lo golpeaba con un martillo, en el yunque, hasta darle la forma deseada.
En la fragua también se disponía de una gran muela de afilar para el uso propio del herrero que necesitaba tener bien afiladas sus herramientas como para los demás vecinos que la utilizaban para mejorar el corte en herramientas de gran tamaño como hachas, azadas, azuelas, etc. Para afilar los objetos más delicados como cuchillos, tijeras y navajas, se acudía al “afilaor”, que solía ser ambulante. La mayoría eran gallegos y pasaban de vez en cuando por el pueblo con su rueda de afilar: recorrían las calles anunciando sus habilidades mediante los silbidos de su chiflo característico. Posteriormente el “afilaero” se acopló a una bicicleta y la rueda pasó a la historia.
En ocasiones los vecinos afilaban sus herramientas, chicas y grandes, con piedras planas que ellos mismos se fabricaban, o sobre alguna jamba o dintel de ventana o puerta que era de piedra de granito, muy aparente para dejar el corte fino. Los carniceros como ya hemos comentado lo hacían en las columnas de piedra de la plaza. Si nos fijamos bien, podemos ver en muchas puertas y ventanas el desgaste producido por el roce de las herramientas sobre la piedra al afilarlas.
El herrero fabricaba en la fragua todo tipo de herramientas: arados, azadas, hoces, “sigurejas”, “zachos”, azuelas, herraduras... tan necesarias para los agricultores y ganaderos. También elaboraban algunas piezas que servían de complemento en la construcción y en la carpintería, aunque en nuestra zona los materiales predominantes son la madera, el adobe y la piedra; como cerraduras, aldabas y clavos; también podemos ver en algunas casas antiguas del pueblo, sobre la primera planta, dedicada a los dormitorios, unos pequeños balcones con rejas forjadas.
También elaboraban muchos objetos necesarios en la casa como: candiles, sartenes, planchas, cazos, calderos, cucharas “jerrreñas”, “estinazas”, “estrébedes”, “estijeras”, llares, cuchillos, morrillos, “arrimaores”, badilas, braseros, palancaneros, planchas... En todos ellos, el herrero dejaba su firma en forma de retorcidos adornos: motivos florales, o la iniciales incisas de la dueña de la casa.
El oficio del herrero estaba muy relacionado con el de “herraor”. Los herreros fabricaban las herraduras a medida de los cascos; después se le raspaban bien las pezuñas y, por último, se las clavaban en los cascos con unos clavos.
Este oficio, como el de zapatero, peluquero, o silletero, tenía también algo de social, ya que raro era el día u hora en que o había reunión de algunas personas, que con motivo de ir a encargar arreglos o a hacer otros nuevos encargos, prolongaban la tertulia, en compañía de otros clientes y naturalmente del artesano, que era el eje de la reunión, y que tomaba parte muy activa en la conversación, sin impedirle realizar su faena.
Este oficio, junto con el de “herraor”, ha desaparecido en su totalidad debido a la mecanización del campo y por consiguiente, la desaparición de las bestias de carga. Actualmente el hierro y la fragua han perdido su importancia debido a las nuevas tecnologías y materiales, y que este trabajo era antes más necesario e imprescindible y ahora se ha convertido en un trabajo artesano, de “lujo”. El oficio de herrero ha derivado en empleados de carpintería metálica, fabricando puertas, remolques, carrozando camiones, rejas, balconadas,… trabajos muy diferentes de los que se realizaban en las fraguas antiguas.
Jose María Ambrosio Sánchez
Yo quisiera ser porquero
en el tiempo las morcillas,
abril y mayo vaquero
cuando paren las novillas,
junio y julio borreguero
cuando acarran las merinas,
agosto y septiembre obrero
cuando vendimian las viñas.
Luego cojo mi capote
y lo lleno de patatas
y me voy a la taberna
y allí que me piquen ratas.
Los magníficos “portales” de nuestra Plaza Mayor, que mantiene su estructura tradicional desde finales del siglo XIX, se convertían en el marco más idóneo para entablar relaciones en estos días de lluvia, ya que facilitaban el trasiego entre las posadas y tabernas sin necesidad de mojarse, a la vez que favorecían la formación de corrillos en los que se realizaban numerosos y continuos tratos.
Los ganaderos y agricultores llegaban a la plaza antes del amanecer. Las churreras ya tenían preparada la caldera y el aceite caliente. Después de tomar unos churros y una copa de aguardiente con los amigos, había que ir a alimentar al ganado o ir a ordeñar las cabras y vacas. Las cuadras se encontraban generalmente en las plantas bajas de las propias viviendas o en las callejas aledañas al núcleo urbano, donde también se situaban muchas de las majadas. Los tratantes y ganaderos aprovechaban estos días de lluvia para comprar y vender las caballerías y otros animales como cabras, cabritos o cerdos.
En la plaza también se realizaban los tratos con los arrieros, que dormían en las posadas y traían mercancías de otros lugares, como Navalmoral o Talavera, y compraban los productos que aquí se producían; siendo numerosas las transacciones comerciales entre unos y otros.
El lugar preferido para realizar los tratos eran las tabernas, siempre junto al mostrador compartiendo unas copas de aguardiente. El alcohol calentaba los ánimos y “la boca”, lo cual favorecía los acuerdos. Allí se encontraban los que pretendían vender y los que deseaban comprar y en medio el tratante. Se comentaba el número de cabezas y peso aproximado y se discutían los precios. El trato se cerraba, tras un forcejeo por ambas partes, hasta ponerse de acuerdo en el número de cabezas, precio, forma de pago y tiempo de recogida. Si se llegaba a un arreglo, posteriormente se desplazaban a la cuadra o a las majadas para, sobre el terreno, sellaban el trato si se veía conveniente. Si todo iba tal y como se había dicho y convenido se aceptaba la señal, cantidad de dinero que se adelantaba como formalización y compromiso y se fijaba el día del peso. Si durante el tiempo transcurrido desde la fecha de la venta y la del peso habían subido o bajado los precios en el mercado, el trato no se alteraba y se respetaba lo pactado. Los tratos se cerraban antaño con un fuerte apretón de manos y, posteriormene, se sellaban con el “alboroque”, tomando unos chatos de vino de pitarra.
Hicimos convenio
volver otra vez
al charco de vino
borrachos tos tres,
tos tres, tos tres
tos tres, tos tres.
Borrachos tos tres
borrachos tos cuatro
vamos a la cuadra
a ver el caballo.
Los “portales” también eran el lugar idóneo para contactar con los patronos y cerrar compromisos de trabajo; tanto por parte de los medieros, que trabajaban las tierras de otros; como por parte de los jornaleros, que se situaban en filas o en corrillos alrededor de éstos, esperando que algún patrón se acercara a ellos a ofrecerles algún trabajo. Los jornales eran escasos, salvo en tiempo de siega, esquila o recolección; pero siempre se podía encontrar algún jornal para hacer picón, cortar leña, o para realizar pequeños arreglos en las fincas. Los jornales se contrataban por “peonías” (trabajo que se realiza en un día). En aquellas épocas se solían contratar varias “cuadrillas” hasta que se terminase el trabajo.
También los amos aprovechaban estos días para “ajustar” los cabreros y borregueros, que eran contratados para servir como criados guardando el ganado por temporadas.
Los que conseguían trabajo pasaban varios días celebrándolo con grandes borracheras de taberna en taberna; al igual que los no afortunados, que mataban sus penas haciendo “San Jirulo”, celebrando este supuesto santo que servía para festejar los días no festivos, pasando el día de taberna en taberna… Es lógico que el alcohol se haya utilizado desde siglos como un tradicional desinhibidor, al tiempo que sirve para estimular los sentimientos de euforia y bienestar. En numerosos casos, el alcohol pasaba a ser así refugio ante los fracasos cotidianos, que llevaban a muchas familias de trabajadores a vivir en la miseria y en la desgracia. La taberna se convertía así en un medio de aislarse de un hogar infeliz que, además, solía reunir escasas condiciones de habitabilidad.
En Villanueva podemos documentar la existencia de tabernas y posadas desde tiempos remotos; como reza el cantar:
Villanueva, Villanueva.
Villanueva, la bravía,
Con venticinco tabernas
Y ninguna librería…
En el Interrogatorio de la Real Audiencia, realizado el 12 de marzo de 1791 aparece:
“Que en esta villa y su jurisdicion hay el abasto de carniceria, que se arrienda anualmente solo por que surta de carnes el abastecedor a este comun, hay el de la avaceria que solo en el se vende aceite y xabon, el de taberna vendiendo en este vino y no otro licor, y el de aguardiente; que unos y otros se arriendan cada año en publica subasta, que regulado su producto por el quinquenio de los cinco ultimos años han balido en cada uno de ellos dos mil trescientos reales. Permaneziendo sus pesos y medidas con arreglo a los de los pueblos comarcanos.”
Según el B.O.P.C del 14 de noviembre de 1890, podemos constatar que hay tres posadas en la plaza, regentadas por Manuela Castañar, Ignacio Gómez y Francisco Moreno; y una taberna, como venta de vino, regentada por José Parrón Martínez. No sabemos si habría más, porque en el listado solo aparecen los pagadores de los arbitrios.
En el B.O.P.C. de 20 de abril de 1904 aparecen tres posaderos en la Plaza: José Huertas Martín, Lorenzo Serrano Garvín y Ramona Araujo Cordobés; y una taberna regentada por Fulgencio Castaños.
Frecuentar la taberna era una de las prácticas masculinas más habitual, convirtiéndose en un espacio esencial para la socialización en la vida cotidiana de las clases populares. A ella se acudía no solo para beber: era un lugar indispensable para conversar; intercambiar noticias; punto de parada en un breve intermedio del trabajo o en el camino hacia el taller o de vuelta a casa; un local intensamente vinculado al ocio popular; espacio lúdico de diversión y de cantos; y refugio de frustraciones familiares. Además, como ya hemos dicho, se convertía en el escenario de multitud de actividades comerciales.
La taberna, como espacio típicamente varonil, estaba generalmente vetada a las mujeres. En la actualidad, no se pone ningún impedimento a la entrada de éstas; pero, en muchos casos, se sigue considerando que no es su espacio habitual: “La mujer y el perro a la puerta el chozo”, “La mujer y la sartén en la cocina están bien”, hemos oído decir cientos de veces.
En nuestro pueblo, la mujer, sobre todo, en las clases trabajadoras, siempre ha contribuido con el trabajo personal a los ingresos familiares, no sólo con el trabajo en casa, sino participando en las tareas agrícolas y ganaderas, o incluso trabajando a jornal igual que los hombres. La estructura familiar en Villanueva está basada en una economía doméstica donde cada uno de los miembros aporta su trabajo. Esto hace que la identidad masculina y femenina y los papeles privados y públicos entre la mujer y el hombre sean bastante borrosos. Por eso será la taberna, y en ella, el mostrador, el lugar idóneo para reforzar el papel masculino con símbolos y rituales que excluyen a las mujeres. Sigue siendo muy habitual oír en estas conversaciones expresiones como estas: “macho”, “no tienes cojones”, “cojonudo”, “no me toques los cojones”,... y , sobre todo, veremos gestos de autoafirmación que sirven para engrandecer la imagen masculina, como tocarse “las vergüenzas” en público, darse fuertes palmadas en la espalda, pedir las copas dando un palmetazo resonante sobre el mostrador, gastar bromas pesadas, decir obscenidades y, sobre todo, alusiones verbales y corporales al acto sexual. Pero, aparte de la agresividad física y sexual, es importante que el hombre demuestre su “formalidad”, autocontrol, capacidad de mantener la dignidad, nunca se pueden perder los estribos, incluso con las bromas pesadas nunca debe perder la calma, hay que saber aguantar para, más tarde, poder atacar calculadamente, así demostrará su “hombría” ante los demás.
Como vemos, la propia bebida y su ritualización tenían ingredientes asociados a la virilidad y al fortalecimiento del compañerismo. Se bebe en común, “una ronda para todos”. El beber se convierte en un rito social que no deja de estar sometido a unas normas que todos deben cumplir; hay que aceptar las distintas formas de invitar, aceptar y corresponder a las copas creándose un comportamiento ritualizado. Cuando uno dice: “invito yo”, sus compañeros protestan de forma poco convincente, como parte del juego; seguidamente, reitera su invitación, le hace una seña al camarero para llenar los vasos y, después de unas cuantas objeciones, todos acceden. Antes de acabar la copa, otro invita a una segunda “ronda” y el ritual se repite. Existen expresiones de estos rituales que se han mantenido hasta nuestros días, como: “¡vamos a tomar la espuela!”, “la penúltima” o “arrancaera” que dan a entender que se desea concluir con la bebida, y al mismo tiempo permiten que el que quiera marcharse pueda corresponder al pedir la última ronda; estaría muy mal visto que alguien se fuese sin pagar. Si cuando ya ha comenzado la ronda, llega un nuevo compañero, se dice: “el que llega de Roma, jinca la porra”, para indicar que el último que llega tiene que invitar si quiere beber.
La taberna, en cuando lugar de riñas y pendencias, va a ser perseguida por la Iglesia hasta el siglo XIX. En tiempos en que la Iglesia lo dominaba todo, era uno de los pocos locales de uso colectivo donde se podía blasfemar en plena libertad; donde el proletariado podía entregarse con bastantes menos cortapisas a lo que se consideraban conductas viciosas y depravadas. Además de consumirse bebidas alcohólicas, sobre sus mesas o en habitaciones interiores reservadas, se jugaba a los naipes, otro de los vicios responsables, según la literatura del momento, de la desaparición de buena parte de los jornales y de la ruina de la familia. Su espacio también era escenario frecuente de “trágicas reyertas”; ya que muchos vecinos se pasaban en ellas las noches enteras, de lo que se originaban disputas, que acababan muchas veces en peleas y, en el peor de los casos, en muertes; consecuencia todo ello del excesivo consumo de vino. Nada tiene de extraño, por consiguiente, que también los peligros del alcoholismo y la perversión de la taberna atrajesen la atención de los moralistas.
“Los vecinos de Villanueva de la Vera, Valentín Fernández y Julián Pascual Quintas, ambos mayores de edad, cuando se encontraban durante la noche de anteayer, en una taberna de aquel pueblo, comenzaron a discutir, ocasionando una reyerta. Inmediatamente intervino la guardia civil, quien denunció al Juzgado, a los exaltados bebedores.”
Nuevo Día, 30 de abril de 1929.
Sin embargo lo que más preocupaba a las autoridades civiles y a la Iglesia, es que la taberna, finalmente, no era ajena al desarrollo de discusiones colectivas que también podían tener contenido político, capaces de ocasionar movimientos obreros y, en numerosas ocasiones se tratan de cerrar o de regular sus horarios. Sin embargo, la taberna continuará siendo el lugar de relación más accesible para los trabajadores; no había que pagar cuota alguna para entrar en sus locales, el vino seguía siendo barato, y el horario de apertura se adaptaba plenamente al tiempo de que disponía el trabajador: escaso y de provisión irregular.
En torno a las mesas, era donde se organizaban las actividades más comunes de la taberna: la bebida, pero también la conversación o el juego de cartas:
“El 1º del corriente marchó a Villanueva de la Vera el segundo inspector de Vigilancia, Sr. Martínez Niño. Según nos han dicho, la marcha obedeció a denuncia en la que se aseguraba que en el mencionado pueblo se “tiraba de la oreja a Jorge”.
Norte de Extremadura. 6 de febrero de 1909.
(«Tirar de la oreja a Jorge», expresión en desuso, que se utilizaba antes de la década de 1920, se utilizaba como sinónimo de jugarse dinero a las cartas. El juego siempre fue muy popular y tuvo una larga vida a pesar de ser considerada siempre como ilegal, y propia de bribones y de vagos. Por lo visto procede de cuando los jugadores cogen la carta por una esquina, por una oreja, y se cree una derivada de la jerga universitaria. Jorge de Trebisonda, humanista bizantino, tradujo la «Retórica» de Aristóteles y el «Almagesto» de Ptolomeo, y de su complicado estudio se escabullían los estudiantes jugando a los naipes, «tirando de la oreja a Jorge de Trebisonda».)
Y LA FRAGUA:
El trabajo de herrero se remonta a la edad de hierro y su tradición ha ido pasando de padres a hijos hasta nuestros días. El año 750 a.C. se estableció como límite entre la Edad del Bronce y la Edad del Hierro, coincidiendo con la aparición de dicho metal en algunas regiones europeas.
En nuestra zona, la cultura de los vettones tiene su máximo esplendor durante la Edad del Hierro, cuyas huellas se suceden y mezclan con pueblos indoeuropeos, así como con los pueblos y culturas del norte de África y del Mediterráneo, como fenicios, griegos, cartagineses, etruscos y romanos.
Esta compleja y gradual evolución desde el ocaso del mundo de Cogotas I hasta el desarrollo de las comunidades vettonas al socaire de la cultura celtibérica, no habría sido posible si, desde finales del segundo milenio a.C., no se hubiera desarrollado una red de intercambios a gran escala que favoreciese la difusión de nuevas ideas y tecnologías. La utilización del hierro no fue repentina ni se produjo en todos los lugares a la vez, puesto que a pesar del perfecto conocimiento técnico alcanzado por los metalurgistas del bronce, el trabajo del nuevo metal implicaba algunas variaciones como la adaptación de los hornos a mayor temperatura, la necesidad de purificar de escorias y, sobre todo, la imposibilidad de colar el metal fundido en moldes de piedra, como el cobre o el bronce, siendo necesario dar la forma a la pieza deseada por martilleo en caliente y luego templarla, enfriándola bruscamente en agua fría para obtener mayor dureza.
La celtización impuso ante todo una nueva organización social y económica que proporcionó a las poblaciones vettonas una mayor capacidad de expansión y cohesión. El crecimiento de los castros y las nuevas estrategias de subsistencia son consecuencia, entre otras muchas cosas, de la eficaz difusión de tecnologías agrarias y de la metalurgia del hierro, que permiten explotar con éxito los suelos duros de la región y garantizar de este modo un poblamiento estable. En nuestro pueblo, son de destacar los numerosos restos hallados en la Cañada de Pajares y el asentamiento del Cerro Castrejón.
La minería fue también importante para la economía de los romanos. Pero en la Vera los yacimientos minerales siempre han sido muy escasos. En Villanueva se han encontrado dos yacimientos arqueológicos romanos, que probablemente correspondieran a asentamientos más antiguos reutilizados: "La Finca de las Corias: al sur del pueblo, se registra un área de dispersión de material cerámico aunque bastante escaso y otra más amplia de dispersión de escorias. Los restos metálicos son de hierro, provenientes seguramente de la misma mineralización, como muestran los análisis realizados por que indican la presencia de manganeso y de ligeras trazas de calcopirita. “La Laguna”: En un cerro sobre la fosa del Tiétar se localiza una importante concentración de escoria de hierro y cerámica romana.
Durante la Edad Media serán los judíos los encargados de trabajar el hierro, igual que la mayoría de los oficios artesanos: carpinteros, ceramistas, hojalateros, orfebres, etc.
En el Interrogatorio de la Real Audiencia. Extremadura a finales de los tiempos modernos. Partido de Plasencia, realizado el 12 de marzo de 1791, dice que en Villanueva hay:
“dos herreros dedicados unicamente a componer erramientas de estos domiciliarios con que labran y venefician sus haziendas, un herrador y alveitar, quatro sastres, dos carpinteros,…”
En 1904 el herrero era Antonio Cordobés García, y tenía una fragua en la Calle del Pozo.
El herrero forjaba el hierro calentándolo previamente en carbón ardiendo animado con el aire del fuelle. Una vez que el hierro estaba candente lo golpeaba con un martillo, en el yunque, hasta darle la forma deseada.
En la fragua también se disponía de una gran muela de afilar para el uso propio del herrero que necesitaba tener bien afiladas sus herramientas como para los demás vecinos que la utilizaban para mejorar el corte en herramientas de gran tamaño como hachas, azadas, azuelas, etc. Para afilar los objetos más delicados como cuchillos, tijeras y navajas, se acudía al “afilaor”, que solía ser ambulante. La mayoría eran gallegos y pasaban de vez en cuando por el pueblo con su rueda de afilar: recorrían las calles anunciando sus habilidades mediante los silbidos de su chiflo característico. Posteriormente el “afilaero” se acopló a una bicicleta y la rueda pasó a la historia.
En ocasiones los vecinos afilaban sus herramientas, chicas y grandes, con piedras planas que ellos mismos se fabricaban, o sobre alguna jamba o dintel de ventana o puerta que era de piedra de granito, muy aparente para dejar el corte fino. Los carniceros como ya hemos comentado lo hacían en las columnas de piedra de la plaza. Si nos fijamos bien, podemos ver en muchas puertas y ventanas el desgaste producido por el roce de las herramientas sobre la piedra al afilarlas.
El herrero fabricaba en la fragua todo tipo de herramientas: arados, azadas, hoces, “sigurejas”, “zachos”, azuelas, herraduras... tan necesarias para los agricultores y ganaderos. También elaboraban algunas piezas que servían de complemento en la construcción y en la carpintería, aunque en nuestra zona los materiales predominantes son la madera, el adobe y la piedra; como cerraduras, aldabas y clavos; también podemos ver en algunas casas antiguas del pueblo, sobre la primera planta, dedicada a los dormitorios, unos pequeños balcones con rejas forjadas.
También elaboraban muchos objetos necesarios en la casa como: candiles, sartenes, planchas, cazos, calderos, cucharas “jerrreñas”, “estinazas”, “estrébedes”, “estijeras”, llares, cuchillos, morrillos, “arrimaores”, badilas, braseros, palancaneros, planchas... En todos ellos, el herrero dejaba su firma en forma de retorcidos adornos: motivos florales, o la iniciales incisas de la dueña de la casa.
El oficio del herrero estaba muy relacionado con el de “herraor”. Los herreros fabricaban las herraduras a medida de los cascos; después se le raspaban bien las pezuñas y, por último, se las clavaban en los cascos con unos clavos.
Este oficio, como el de zapatero, peluquero, o silletero, tenía también algo de social, ya que raro era el día u hora en que o había reunión de algunas personas, que con motivo de ir a encargar arreglos o a hacer otros nuevos encargos, prolongaban la tertulia, en compañía de otros clientes y naturalmente del artesano, que era el eje de la reunión, y que tomaba parte muy activa en la conversación, sin impedirle realizar su faena.
Este oficio, junto con el de “herraor”, ha desaparecido en su totalidad debido a la mecanización del campo y por consiguiente, la desaparición de las bestias de carga. Actualmente el hierro y la fragua han perdido su importancia debido a las nuevas tecnologías y materiales, y que este trabajo era antes más necesario e imprescindible y ahora se ha convertido en un trabajo artesano, de “lujo”. El oficio de herrero ha derivado en empleados de carpintería metálica, fabricando puertas, remolques, carrozando camiones, rejas, balconadas,… trabajos muy diferentes de los que se realizaban en las fraguas antiguas.
Jose María Ambrosio Sánchez
jueves, 9 de abril de 2015
Proclamación de la II REPUBLICA en Villanueva de la Vera
PROCLAMACIÓN DE LA II REPÚBLICA (ABRIL DE 1931)
La monarquía, cómplice de la dictadura del General Primo de Rivera, será objeto en cuestión a partir de la unión de toda la oposición. Tras las elecciones municipales de 1931, el 14 de abril se proclama la Segunda República, dando así fin a la restauración borbónica.
Las elecciones municipales del domingo 12 de abril de 1931 dieron en toda España una mayoría de concejales monárquicos, pero supusieron para la Corona una amplia derrota en los núcleos urbanos: la corriente republicana había triunfado en 41 capitales de provincia. En Madrid, los concejales republicanos triplicaban a los monárquicos, y en Barcelona los cuadruplicaban. En cambio, en las zonas rurales, sometidas a un tradicional control caciquil, los concejales elegidos fueron mayoritariamente monárquicos.
En Villanueva de la Vera los concejales en las elecciones de Abril de 1931 habían sido proclamados antes del día 12, por el artículo 29 de la Ley Electoral de 1907, que se creó para favorecer el sistema de turnos, estableciendo que las elecciones en los distritos en los que se presentara un único candidato, éste quedaría proclamado automáticamente, y en las circunscripciones en las que se presentaran el mismo número de candidatos que puestos a cubrir, sin necesidad de realizar votaciones.
Según este procedimiento el Ayuntamiento de Villanueva quedó constituido de la siguiente manera:
“Liberales: Máximo Timón Morcuende, Ignacio Garvín Frías, Gerardo Morcuende Ramos.
Conservadores: Francisco Ramos Timón, Gil Vázquez Castañar, Abelardo Sánchez González.
Derecha Republicana: Aniceto López Sánchez.
Demócrata: Manuel Ramos Gómez.
Agrario: Tomás Timón Araujo.
Republicano: José Jiménez Moreno.”
Nuevo Día, 8 de Abril de 1931
La República fue proclamándose en la mayoría de las ciudades españolas a lo largo del día 14 de abril. Ante esto Alfonso XIII renunció a su poder y marchó al exilio. Inmediatamente después se proclamó la República en las Cortes, el día 14 de abril de 1931.
Inmediatamente se formó un Gobierno Provisional presidido por Niceto Alcalá Zamora y formado por republicanos de izquierda y derecha, socialistas y nacionalistas. Las elecciones municipales se repitieron el 31 de mayo. En toda España triunfó plenamente la coalición republicano-socialista.
Con la proclamación de la República se inició en Extremadura una nueva etapa histórica que se va a caracterizar por un profundo dinamismo político y por un cambio rotundo en buena parte de la realidad económica, social y cultural de la región. La Segunda República en Extremadura fue, en resumen, una época de ansias e ilusiones de aprendizaje democrático, cuya consecución presentó múltiples contradicciones; en una zona tan postergada como la nuestra, se vivió un período de constante reivindicación.
Las elecciones generales del 28 de junio de 1931 dieron la victoria a la coalición republicano-socialista. Una Comisión Constitucional nombrada por las Cortes elaboró un proyecto de Constitución, de carácter democrático y progresista, que fue aprobado en diciembre de 1931.
Tras aprobarse la Constitución, se inició un nuevo período con un gobierno presidido por Manuel Azaña y formado por republicanos de izquierda y socialistas. En diciembre, Niceto Alcalá Zamora fue elegido Presidente de la República.
El gobierno republicano-socialista emprendió un amplio programa de reformas en un contexto económico desfavorable, marcado por el ascenso del paro.
En lo relativo a nuestra comarca: se termina la Carretera de Plasencia a Oropesa y se incluye en el Plan General la carretera de Madrigal a Candeleda, como resultado de las gestiones realizadas por el Patronato Nacional de Turismo. Además los pueblos de la Vera realizan los trámites para solicitar la construcción de una línea telefónica.
La inauguración de la carretera supuso un gran avance para estos pueblos, especialmente para los enclavados desde Losar a Madrigal, ya que los demás disponían ya de carretera hasta Navalmoral. En cambio, los pueblos de la Vera Alta tenían que sacar sus productos a lomos de caballerías, recorriendo muchos kilómetros por caminos tortuosos, sendas y pistas hasta llegar a la estación de Navalmoral. No solo era costoso, sino que la fruta llegaba deteriorada o inservible con la consecuente bajada en el precio. La carretera está abierta al tráfico, aunque sigue en construcción el puente de Cuartos, pero se podía atravesar la garganta mediante una pista supletoria construida a su lado, que permitía el paso supone, permite el paso de autos, camionetas, y hasta camiones de gran tonelaje.
A partir de de entonces todos los días van a Madrid de ocho a diez camionetas y camiones que llegan a los mercados de la capital de madrugada, por lo cual la fruta llega fresca y sin problemas.
El 27 de marzo de 1932 tuvo lugar en Villanueva la CONSTITUCIÓN DEL PARTIDO DE JUVENTUD REPUBLICANA RADICAL:
"El domingo 27 del actual mes tuvo lugar en esta Villa la constitución del Partido de Juventud Republicana Radical; a cuyo fin se congregaron en el salón de D. Toribio Timón, más de 200 jóvenes, que simpatizando con las ideas republicanas, manifestaron su conformidad y entusiasmo con las ideas republicanas, manifestaron su conformidad y entusiasmo con el programa del Partido Radical, acordándose constituir dicha agrupación y designando presidente honorífico de la misma al ilustre Jefe del Partido Radical Español, Don Alejandro Lerroux García.
También fueron designados para ocupar los cargos del Comité Local los jóvenes siguientes:
Presidente: Félix Rodríguez García.
Vicepresidente: Castor Jiménez Rodríguez.
Tesorero: Domingo Caset Carrasco.
Secretario: Vicente Moreno Sánchez.
Vicesecretario: Manuel García Fernández.
Vocales: Antonio Blázquez Borja, Benito Pérez Sánchez, Francisco Timón Garvín y Jesús Timón y Timón.
Dadas las excelentes condiciones de los directores de esta naciente agrupación y sus propósitos de intervenir en las cuestiones políticas de esta Villa al lado del orden, respeto y buena administración, no dudamos que su actuación resultará beneficiosa para los intereses generales del vecindario, por lo cual les felicitamos muy sinceramente, deseándoles que sus propósitos y buenos deseos tengan la realización que se proponen en bien de todos.
El Corrresponsal. Villanueva de la Vera y Marzo de 1932."
El Radical, periódico republicano. 5 de Abril de 1932.
El 14 de abril de 1932 la Juventud Radical y el Partido Radical organizaron una manifestación conmemorativa del advenimiento de la República.
“El día catorce del actual, tuvo lugar en esta Villa una manifestación organizada por el partido Republicano Radical, en conmemoración del primer aniversario de la proclamación de la República y a cuyo acto acudieron los niños de las escuelas con sus banderas, al frente de los cuales iban sus profesores; seguían a los niños los miembros de la Juventud Republicana Radical, integrada por su Junta directiva, y una numerosa representación de sus afiliados, llevando la enseña de la patria, a continuación, figuraba la Sociedad Obrera “La Caridad” representada por los miembros de su Junta y muchos asociados, también con la bandera de la entidad, seguían a estos el comité del Partido Republicano, con un número considerable de sus afiliados, y al final el Ayuntamiento en pleno con las demás autoridades judiciales e invitados al acto, enarbolando uno de los empleados municipales la bandera de la Villa; recorriendo la manifestación entre otras, la calle de La República, Oropesa, Hernán Cortés, Libertad, Cervantes, España y Alejandro Lerroux, regresando a la Plaza de Aniceto Marinas donde el culto Maestro Nacional, don Antonio Fernández Rodríguez, dio las gracias en nombre de la comisión organizadora a todos los concurrentes, por haber asistido al acto y el entusiasmo y orden con que se había celebrado, recomendado a todos la más estrecha unión para la consolidación de la República, puesto que con ello se laboraba por el bien de la patria que es el principal deber de todo buen ciudadano.
Disuelta la manifestación, fueron los concurrentes obsequiados con un vino de honor en el local social de la Juventud Republicana Radical, donde reinó la más cordial armonía entre todos los concurrentes, siendo motivo de gran satisfacción para todos la confraternidad de las distintas clases sociales que estaban reunidas, lo que demuestra que cuando se piensa bien y sin odios ni rencores y con la voluntad puesta al servicio del bien común y de la patria, no existen antagonismos ni diferencias de clases.”
El Radical. 19 de abril de 1932.
El 1 de septiembre de 1932 abre una farmacia en Villanueva de la Vera D. Laureano Pérez Sánchez.
Ese mismo día la Comisión Gestora de la Diputación de Cáceres acordó estimar la petición de las alcaldías de Navalmoral de la Mata, Villanueva de la Vera, Viandar de la Vera, Talaveruela de la Vera y Valverde de la Vera, solicitando la construcción de un camino vecinal, que partiendo de Navalmoral de la Mata, enlace en el punto más conveniente, con la carretera Plasencia a Oropesa, con un puente en el río Tiétar en el charco conocido como “Pozo del Rey”; ya que la única posibilidad de atravesar el río sigue siendo la utilización de barcas.
Aunque la Ley de Reforma Agraria se aprobó en septiembre de 1932, el complejo sistema burocrático para su puesta en marcha y las diferencias de actuación de los gobiernos de izquierdas y derechas, que se suceden en el poder, consiguieron que no funcionara en la práctica y provocaron el desencanto entre los campesinos, alcanzando un elevado nivel de conflictividad, traducido en robos, huelgas y enfrentamientos con la Guardia Civil.
En su conjunto, las reformas republicanas pretendían ensanchar las libertades individuales, disminuyendo por lo tanto el poder de la Iglesia Católica sobre las instituciones y, mediante ello, el que tenía sobre las mentalidades y los comportamientos cotidianos. Con las elecciones de 1933 y el triunfo de los Partidos Conservadores: Partido Radical y la CEDA, todas las reformas del Bienio anterior quedan paralizadas o anuladas.
José María Ambrosio Sánchez
La monarquía, cómplice de la dictadura del General Primo de Rivera, será objeto en cuestión a partir de la unión de toda la oposición. Tras las elecciones municipales de 1931, el 14 de abril se proclama la Segunda República, dando así fin a la restauración borbónica.
Las elecciones municipales del domingo 12 de abril de 1931 dieron en toda España una mayoría de concejales monárquicos, pero supusieron para la Corona una amplia derrota en los núcleos urbanos: la corriente republicana había triunfado en 41 capitales de provincia. En Madrid, los concejales republicanos triplicaban a los monárquicos, y en Barcelona los cuadruplicaban. En cambio, en las zonas rurales, sometidas a un tradicional control caciquil, los concejales elegidos fueron mayoritariamente monárquicos.
En Villanueva de la Vera los concejales en las elecciones de Abril de 1931 habían sido proclamados antes del día 12, por el artículo 29 de la Ley Electoral de 1907, que se creó para favorecer el sistema de turnos, estableciendo que las elecciones en los distritos en los que se presentara un único candidato, éste quedaría proclamado automáticamente, y en las circunscripciones en las que se presentaran el mismo número de candidatos que puestos a cubrir, sin necesidad de realizar votaciones.
Según este procedimiento el Ayuntamiento de Villanueva quedó constituido de la siguiente manera:
“Liberales: Máximo Timón Morcuende, Ignacio Garvín Frías, Gerardo Morcuende Ramos.
Conservadores: Francisco Ramos Timón, Gil Vázquez Castañar, Abelardo Sánchez González.
Derecha Republicana: Aniceto López Sánchez.
Demócrata: Manuel Ramos Gómez.
Agrario: Tomás Timón Araujo.
Republicano: José Jiménez Moreno.”
Nuevo Día, 8 de Abril de 1931
La República fue proclamándose en la mayoría de las ciudades españolas a lo largo del día 14 de abril. Ante esto Alfonso XIII renunció a su poder y marchó al exilio. Inmediatamente después se proclamó la República en las Cortes, el día 14 de abril de 1931.
Inmediatamente se formó un Gobierno Provisional presidido por Niceto Alcalá Zamora y formado por republicanos de izquierda y derecha, socialistas y nacionalistas. Las elecciones municipales se repitieron el 31 de mayo. En toda España triunfó plenamente la coalición republicano-socialista.
Con la proclamación de la República se inició en Extremadura una nueva etapa histórica que se va a caracterizar por un profundo dinamismo político y por un cambio rotundo en buena parte de la realidad económica, social y cultural de la región. La Segunda República en Extremadura fue, en resumen, una época de ansias e ilusiones de aprendizaje democrático, cuya consecución presentó múltiples contradicciones; en una zona tan postergada como la nuestra, se vivió un período de constante reivindicación.
Las elecciones generales del 28 de junio de 1931 dieron la victoria a la coalición republicano-socialista. Una Comisión Constitucional nombrada por las Cortes elaboró un proyecto de Constitución, de carácter democrático y progresista, que fue aprobado en diciembre de 1931.
Tras aprobarse la Constitución, se inició un nuevo período con un gobierno presidido por Manuel Azaña y formado por republicanos de izquierda y socialistas. En diciembre, Niceto Alcalá Zamora fue elegido Presidente de la República.
El gobierno republicano-socialista emprendió un amplio programa de reformas en un contexto económico desfavorable, marcado por el ascenso del paro.
En lo relativo a nuestra comarca: se termina la Carretera de Plasencia a Oropesa y se incluye en el Plan General la carretera de Madrigal a Candeleda, como resultado de las gestiones realizadas por el Patronato Nacional de Turismo. Además los pueblos de la Vera realizan los trámites para solicitar la construcción de una línea telefónica.
La inauguración de la carretera supuso un gran avance para estos pueblos, especialmente para los enclavados desde Losar a Madrigal, ya que los demás disponían ya de carretera hasta Navalmoral. En cambio, los pueblos de la Vera Alta tenían que sacar sus productos a lomos de caballerías, recorriendo muchos kilómetros por caminos tortuosos, sendas y pistas hasta llegar a la estación de Navalmoral. No solo era costoso, sino que la fruta llegaba deteriorada o inservible con la consecuente bajada en el precio. La carretera está abierta al tráfico, aunque sigue en construcción el puente de Cuartos, pero se podía atravesar la garganta mediante una pista supletoria construida a su lado, que permitía el paso supone, permite el paso de autos, camionetas, y hasta camiones de gran tonelaje.
A partir de de entonces todos los días van a Madrid de ocho a diez camionetas y camiones que llegan a los mercados de la capital de madrugada, por lo cual la fruta llega fresca y sin problemas.
El 27 de marzo de 1932 tuvo lugar en Villanueva la CONSTITUCIÓN DEL PARTIDO DE JUVENTUD REPUBLICANA RADICAL:
"El domingo 27 del actual mes tuvo lugar en esta Villa la constitución del Partido de Juventud Republicana Radical; a cuyo fin se congregaron en el salón de D. Toribio Timón, más de 200 jóvenes, que simpatizando con las ideas republicanas, manifestaron su conformidad y entusiasmo con las ideas republicanas, manifestaron su conformidad y entusiasmo con el programa del Partido Radical, acordándose constituir dicha agrupación y designando presidente honorífico de la misma al ilustre Jefe del Partido Radical Español, Don Alejandro Lerroux García.
También fueron designados para ocupar los cargos del Comité Local los jóvenes siguientes:
Presidente: Félix Rodríguez García.
Vicepresidente: Castor Jiménez Rodríguez.
Tesorero: Domingo Caset Carrasco.
Secretario: Vicente Moreno Sánchez.
Vicesecretario: Manuel García Fernández.
Vocales: Antonio Blázquez Borja, Benito Pérez Sánchez, Francisco Timón Garvín y Jesús Timón y Timón.
Dadas las excelentes condiciones de los directores de esta naciente agrupación y sus propósitos de intervenir en las cuestiones políticas de esta Villa al lado del orden, respeto y buena administración, no dudamos que su actuación resultará beneficiosa para los intereses generales del vecindario, por lo cual les felicitamos muy sinceramente, deseándoles que sus propósitos y buenos deseos tengan la realización que se proponen en bien de todos.
El Corrresponsal. Villanueva de la Vera y Marzo de 1932."
El Radical, periódico republicano. 5 de Abril de 1932.
El 14 de abril de 1932 la Juventud Radical y el Partido Radical organizaron una manifestación conmemorativa del advenimiento de la República.
“El día catorce del actual, tuvo lugar en esta Villa una manifestación organizada por el partido Republicano Radical, en conmemoración del primer aniversario de la proclamación de la República y a cuyo acto acudieron los niños de las escuelas con sus banderas, al frente de los cuales iban sus profesores; seguían a los niños los miembros de la Juventud Republicana Radical, integrada por su Junta directiva, y una numerosa representación de sus afiliados, llevando la enseña de la patria, a continuación, figuraba la Sociedad Obrera “La Caridad” representada por los miembros de su Junta y muchos asociados, también con la bandera de la entidad, seguían a estos el comité del Partido Republicano, con un número considerable de sus afiliados, y al final el Ayuntamiento en pleno con las demás autoridades judiciales e invitados al acto, enarbolando uno de los empleados municipales la bandera de la Villa; recorriendo la manifestación entre otras, la calle de La República, Oropesa, Hernán Cortés, Libertad, Cervantes, España y Alejandro Lerroux, regresando a la Plaza de Aniceto Marinas donde el culto Maestro Nacional, don Antonio Fernández Rodríguez, dio las gracias en nombre de la comisión organizadora a todos los concurrentes, por haber asistido al acto y el entusiasmo y orden con que se había celebrado, recomendado a todos la más estrecha unión para la consolidación de la República, puesto que con ello se laboraba por el bien de la patria que es el principal deber de todo buen ciudadano.
Disuelta la manifestación, fueron los concurrentes obsequiados con un vino de honor en el local social de la Juventud Republicana Radical, donde reinó la más cordial armonía entre todos los concurrentes, siendo motivo de gran satisfacción para todos la confraternidad de las distintas clases sociales que estaban reunidas, lo que demuestra que cuando se piensa bien y sin odios ni rencores y con la voluntad puesta al servicio del bien común y de la patria, no existen antagonismos ni diferencias de clases.”
El Radical. 19 de abril de 1932.
El 1 de septiembre de 1932 abre una farmacia en Villanueva de la Vera D. Laureano Pérez Sánchez.
Ese mismo día la Comisión Gestora de la Diputación de Cáceres acordó estimar la petición de las alcaldías de Navalmoral de la Mata, Villanueva de la Vera, Viandar de la Vera, Talaveruela de la Vera y Valverde de la Vera, solicitando la construcción de un camino vecinal, que partiendo de Navalmoral de la Mata, enlace en el punto más conveniente, con la carretera Plasencia a Oropesa, con un puente en el río Tiétar en el charco conocido como “Pozo del Rey”; ya que la única posibilidad de atravesar el río sigue siendo la utilización de barcas.
Aunque la Ley de Reforma Agraria se aprobó en septiembre de 1932, el complejo sistema burocrático para su puesta en marcha y las diferencias de actuación de los gobiernos de izquierdas y derechas, que se suceden en el poder, consiguieron que no funcionara en la práctica y provocaron el desencanto entre los campesinos, alcanzando un elevado nivel de conflictividad, traducido en robos, huelgas y enfrentamientos con la Guardia Civil.
En su conjunto, las reformas republicanas pretendían ensanchar las libertades individuales, disminuyendo por lo tanto el poder de la Iglesia Católica sobre las instituciones y, mediante ello, el que tenía sobre las mentalidades y los comportamientos cotidianos. Con las elecciones de 1933 y el triunfo de los Partidos Conservadores: Partido Radical y la CEDA, todas las reformas del Bienio anterior quedan paralizadas o anuladas.
José María Ambrosio Sánchez
martes, 31 de marzo de 2015
Prehistoria de Villanueva de la Vera. Yacimiento de Pajares
La Cañada Pajares (Edad del Hierro-Orientalizante)
Yacimiento emplazado en el término municipal de Villanueva de la Vera.
Diferentes hallazgos, como los de una... placa de oro orientalizante, en 1986, y otros que fueron descubiertos gracias al lavado de tierra realizado por unas fuertes tormentas, dieron lugar a una serie de excavaciones llevadas a cabo en tal finca, que sacaron a la luz restos de zonas de hábitat y de varias necrópolis en las que se entremezclan las influencias orientalizantes con otras de carácter más meseteño.
El yacimiento Protohistórico de la Cañada de Pajares junto con las Necrópolis y el Tesoro Áureo es el más importante de todos los encontrados en Villanueva. Los primeros trabajos arqueológicos comienzan en 1992, centrándose en la finca de Pajares. Esta finca se sitúa al Sureste de Villanueva de la Vera, con una extensión de unas 200 Ha. Las prospecciones realizadas han evidenciado la existencia de al menos cinco necrópolis individualizadas y otros tres lugares de hábitat bien diferenciados. Las primeras se localizan en la parte baja de la finca, junto a diferentes cursos de agua, mientras que los asentamientos ocupan zonas de media altura, controlando ampliamente el valle. En estas zonas, más aptas para el cultivo, se ha documentado abundante registro material. Su distribución es bastante amplia, llegando a proponerse la hipótesis de que se tratara de un hábitat disperso formado por pequeñas granjas.
En las zonas de hábitat se documentaron cabañas de forma ovalada, con un hogar circular en el centro y suelo de tierra batida. El cerramiento de las cabañas se realizaría por medio de zócalos de piedra y alzados de tapial, dada la ausencia de postes. También se han encontrado restos de cabañas de planta semicircular con pequeñas agrupaciones que podrían haber funcionado como calzos de postes. En otra zona destaca un edificio, con una planta simétrica de tendencia cuadrangular, con un zócalo de piedra y un vano para la puerta que daba paso a un hogar de planta rectangular y de cuidada elaboración: una plataforma de piedras de granito sobre la que se colocaron varias capas de arcilla roja que se fueron endureciendo con el fuego.
El conjunto de Pajares también ofrece un magnífico ejemplo del salto producido en el Hierro Pleno en lo tocante a la arquitectura doméstica, que evoluciona desde las cabañas de planta oval, ligeramente rehundidas que se documentaron en las primeras excavaciones, hasta las casas de estructura rectangular levantadas sobre un zócalo de mampostería, documentadas en las excavaciones del año 2000.
El material cerámico de estos yacimientos se puede encuadrar perfectamente dentro de la cultura cogotiense, aunque también hay fragmentos cerámicos y cuentas de collar que denotan la existencia de importaciones meridionales. Esto nos permite establecer la cronología del lugar entre los siglos VI y principios del IV a.C., lo que lleva a los arqueólogos Sebastián Celestino y a Asunción Martín a pensar que se pueda tratar de los antecedentes de los asentamientos vetones que más adelante encontramos en la zona, teniendo en cuenta también la ausencia de fortificaciones y la práctica inexistencia de armas.
En cuanto a los rituales funerarios parece que en esta época se generaliza la cremación, que ya era conocida en el Hierro Inicial, seguida del enterramiento en urnas o directamente en la tierra de las cenizas junto con ajuares que nos informan de la dedicación en vida del finado. En cada urna se encuentran los restos de un cadáver, cuya incineración debió ser realizada en otro lugar, además de armas y adornos como cuentas vítreas o pulseras de cobre. Las ofrendas suelen consistir en fusayolas, cuentas de pasta vítrea, brazaletes de cobre; mientras que las urnas son de barro o de bronce, y habrían sido usadas de forma cotidiana, como demuestra el hecho de que algunas presenten lañados y soldaduras.
Yacimiento emplazado en el término municipal de Villanueva de la Vera.
Diferentes hallazgos, como los de una... placa de oro orientalizante, en 1986, y otros que fueron descubiertos gracias al lavado de tierra realizado por unas fuertes tormentas, dieron lugar a una serie de excavaciones llevadas a cabo en tal finca, que sacaron a la luz restos de zonas de hábitat y de varias necrópolis en las que se entremezclan las influencias orientalizantes con otras de carácter más meseteño.
El yacimiento Protohistórico de la Cañada de Pajares junto con las Necrópolis y el Tesoro Áureo es el más importante de todos los encontrados en Villanueva. Los primeros trabajos arqueológicos comienzan en 1992, centrándose en la finca de Pajares. Esta finca se sitúa al Sureste de Villanueva de la Vera, con una extensión de unas 200 Ha. Las prospecciones realizadas han evidenciado la existencia de al menos cinco necrópolis individualizadas y otros tres lugares de hábitat bien diferenciados. Las primeras se localizan en la parte baja de la finca, junto a diferentes cursos de agua, mientras que los asentamientos ocupan zonas de media altura, controlando ampliamente el valle. En estas zonas, más aptas para el cultivo, se ha documentado abundante registro material. Su distribución es bastante amplia, llegando a proponerse la hipótesis de que se tratara de un hábitat disperso formado por pequeñas granjas.
En las zonas de hábitat se documentaron cabañas de forma ovalada, con un hogar circular en el centro y suelo de tierra batida. El cerramiento de las cabañas se realizaría por medio de zócalos de piedra y alzados de tapial, dada la ausencia de postes. También se han encontrado restos de cabañas de planta semicircular con pequeñas agrupaciones que podrían haber funcionado como calzos de postes. En otra zona destaca un edificio, con una planta simétrica de tendencia cuadrangular, con un zócalo de piedra y un vano para la puerta que daba paso a un hogar de planta rectangular y de cuidada elaboración: una plataforma de piedras de granito sobre la que se colocaron varias capas de arcilla roja que se fueron endureciendo con el fuego.
El conjunto de Pajares también ofrece un magnífico ejemplo del salto producido en el Hierro Pleno en lo tocante a la arquitectura doméstica, que evoluciona desde las cabañas de planta oval, ligeramente rehundidas que se documentaron en las primeras excavaciones, hasta las casas de estructura rectangular levantadas sobre un zócalo de mampostería, documentadas en las excavaciones del año 2000.
El material cerámico de estos yacimientos se puede encuadrar perfectamente dentro de la cultura cogotiense, aunque también hay fragmentos cerámicos y cuentas de collar que denotan la existencia de importaciones meridionales. Esto nos permite establecer la cronología del lugar entre los siglos VI y principios del IV a.C., lo que lleva a los arqueólogos Sebastián Celestino y a Asunción Martín a pensar que se pueda tratar de los antecedentes de los asentamientos vetones que más adelante encontramos en la zona, teniendo en cuenta también la ausencia de fortificaciones y la práctica inexistencia de armas.
En cuanto a los rituales funerarios parece que en esta época se generaliza la cremación, que ya era conocida en el Hierro Inicial, seguida del enterramiento en urnas o directamente en la tierra de las cenizas junto con ajuares que nos informan de la dedicación en vida del finado. En cada urna se encuentran los restos de un cadáver, cuya incineración debió ser realizada en otro lugar, además de armas y adornos como cuentas vítreas o pulseras de cobre. Las ofrendas suelen consistir en fusayolas, cuentas de pasta vítrea, brazaletes de cobre; mientras que las urnas son de barro o de bronce, y habrían sido usadas de forma cotidiana, como demuestra el hecho de que algunas presenten lañados y soldaduras.
Los textos y fotografías pertencen a las dos obras siguientes:
Bibliografía:
El Yacimiento Protohistórico de Pajares. Villanueva de la Vera (Cáceres). Sebastián Celestino Pérez.
Paisajes Agrarios Pre y Protohistóricos en la Comarca de la Vera Alta. Carlos Fernández Freire.
https://www.facebook.com/photo.php?fbid=1435545800076702&set=a.1435541806743768.1073741858.100008638863718&type=1Bibliografía:
El Yacimiento Protohistórico de Pajares. Villanueva de la Vera (Cáceres). Sebastián Celestino Pérez.
Paisajes Agrarios Pre y Protohistóricos en la Comarca de la Vera Alta. Carlos Fernández Freire.
sábado, 21 de marzo de 2015
YACIMIENTOS ARQUEOLÓGICOS EN LA VERA
La comarca de la Vera fue poblada desde tiempos muy remotos. Los restos hallados en la zona parecen apuntar a una ocupación bastante densa caracterizada por yacimientos de escasa extensión. Si tenemos en cuenta la cantidad de emplazamientos documentados puede aventurarse la hipótesis de que se trate de restos dejados por unos mismos pobladores que se movieran sobre el territorio de forma seminómada.
En la comarca de la Vera se han identificado más de una decena de yacimientos que sumados a los del Campo Arañuelo y el Jerte, dibujan una concentración próxima a la cincuentena.
Su situación geográfica perfectamente delimitada por la Sierra de Gredos y por el valle del Tiétar conforma un territorio con posibilidades mixtas de explotación: la agricultura, por un lado, debido a la riqueza de los suelos junto al Tiétar; y la ganadería, con buenos pastos en sectores de pie de sierra; así como los importantes recursos acuíferos que constituyen una fuente importante para el sostenimiento de una población permanente. También otras materias primas como el sílex o el metal, tuvieron su trascendencia. En cambio, la Vera no es una zona con importantes recursos metalúrgicos. En Villanueva existen algunas vetas en forma de impregnaciones de calcopirita, aunque de baja calidad y de difícil extracción; pero sí los encontramos en zonas próximas, como Peraleda de la Mata, Plasencia, Barco de Ávila, Piedrahita o zonas cercanas en lo que es ahora la provincia de Toledo, que contribuyeron a la riqueza metalífera de la zona.
Hay pruebas de que existieron en la zona varios núcleos de población a finales de la Edad del Bronce y Primera Edad del Hierro, quizá no estables en un solo lugar pero sí permanentes en la zona.
En todo caso la aparición de objetos arqueológicos, con relativa frecuencia de manos de arqueólogos no profesionales ha llamado la atención sobre una riqueza arqueológica importante, que evidencia la presencia humana en la zona desde muy antiguo.
Los Yacimientos más importantes de la zona son:
“El Canchal” en Jaraíz de la Vera, que se encuentra en un excelente estado de conservación.
En Jarandilla de La Vera, encontramos varios yacimientos: “Cerro Soldado y Cercaperla”, “Capichuelas”, “Los Picorzos”, “Las Mesillas”; y otros como “Cerros de Mingo Martin”, “El Baldío” y “Cerca Antonio”, donde se han encontrado restos importantes del Neolítico.
En el Guijo de Santa Bárbara, “El Canchal del Moro
En Viandar de la Vera: “El Cerro de Castrejón” (Bronce Final, Edad del Hierro)
En Talaveruela de la Vera: La Molina (Edad del Hierro), “Los Corchuelos” (Nelolítico), y “Cañamares” (Neolítico)
En Valverde de la Vera: El asentamiento de “Los Montes” (Calcolítico), “Cueva del Roble” (Funerario Neolítico), “Dolmen Ribero” (Neolítico, Calcolítico), “Lancha Mateo” (Calcolítico), “Los labrados” (Calcolítico), “Pozo del Rey” (Calcolítico), y “Alto de la Jara” (Calcolítico)
En Madrigal de la Vera: La Necrópolis de “El Cardenillo” (Edad del Hierro. Neolítico), “Cerro de Romartín” (Edad de Hierro, Calcolítico, Neolítico), “Invernadero” (Neolítico, Calcolítico), “La monda” (Edad del Hierro)
En Candeleda, El Yacimiento de El Raso. (II Edad del Hierro, entre los siglos VI y I a. C). Las excavaciones llevadas a cabo en el yacimiento nos han permitido conocer la existencia de un enorme poblado prerromano, “El Castro”. En una zona próxima a mayor altura encontramos “El Prado de la Carrera”. Muy cerca del actual núcleo de población del El Raso, encontramos el poblado de “El Castañar”, que debió ser precursor del Castro Vetón. Muy próxima al poblado amurallado, apenas 500 m en dirección sur, en una planicie cercana a la orilla izquierda de la garganta de Alardos encontramos la “Necrópolis de las Guijas”.
En Villanueva, las primeras noticias arqueológicas se circunscriben a algunos hallazgos aislados, como es el caso de un “Jarro de Bronce púnico-tartésico” encontrado al realizar los cimientos de una casa en la finca de El Tudal, junto a la garganta de Minchones en 1946.
“Dolmen de la Vega del Niño” (Neolítico-Calcolítico): Ya desde 1.957 se sabía de la existencia de un túmulo, que se dio a conocer como el “dolmen de corredor de Villanueva de la Vera”.
“La Cañada Pajares” (Edad del Hierro-Orientalizante. El yacimiento Protohistórico de la Cañada de Pajares junto con sus Necrópolis y el Tesoro Áureo es el más importante de todos los encontrados en Villanueva. La finca de Pajares se sitúa al Sureste de Villanueva de la Vera, con una extensión de unas 200 ha. Las prospecciones realizadas han evidenciado la existencia de al menos cinco necrópolis individualizadas y otros tres lugares de hábitat bien diferenciados.
“La Cruz del Pobre” (Neolítico-Calcolítico). Distribuido por un área de casi 2 ha se han localizado multitud de fragmentos cerámicos, y una importante industria lítica sobre sílex, con restos de dólmenes y necrópolis.
“Cerro Castrejón” (Edad del Hierro): Las características constructivas y emplazamiento reúnen todos los requisitos típicos de un poblado en altura del Bronce Final y de la Edad del Hierro, incluyendo el cerramiento entre bloques graníticos, el emplazamiento en alto en las últimas estribaciones de la Sierra y la amplia visibilidad.
Otros Yacimientos encontrados en el término municipal de Villanueva son: “Tanajarro” (Neolítico), concentración de materiales en una zona a media ladera; “Los Rincones” (Neolítico-Calcolítico), en la ladera del cerro de los Rincones; “Casusá” (Calcolítico), dos yacimientos, localizados cerca de la garganta de Minchones, situados en una elevación sobre la fosa del Tiétar, lo que les convierte en los yacimientos con mayor visibilidad después del Cerro Castrejón; “Las Hoyuelas” (Calcolítico), concentración de materiales localizada en un cerro cercano a un arroyo estacional; “Las Planas” (Calcolítico), en una zona alomada en la segunda terraza de la Vera; “Recuéncano” (Calcolítico), sobre la garganta de la Hoz, “Rabinche” (Edad del Hierro), en la fosa del Tiétar, junto al arroyo de Las Monjas y muy cerca del canal de Rosarito; “Rocastaño” (Edad del Hierro), al pie de un cerro, a ambos lados de la carretera ext. 203; “Helechoso” (Sin clasificar), escasa concentración de materiales situada en una zona alta junto al barranco de Helechoso, al norte del pueblo de Madrigal; y “Los Muros” (Sin clasificar), pequeña planicie junto a la garganta de Minchones atravesada por la colada de la sierra.
Por último, tenemos que destacar en Villanueva, dos yacimientos arqueológicos romanos, que probablemente correspondieran a asentamientos más antiguos reutilizados por éstos: “La Finca de las Corias”, con gran acumulación de escoria de hierro y cerámica en una zona de bancales al Sur del pueblo; y “La Laguna”, en un cerro sobre la fosa del Tiétar donde se ha localizado una importante concentración de escoria de hierro y cerámica romana.
José María Ambrosio Sánchez
Bibliografía: “PAISAJES AGRARIOS PRE Y PROTOHISTÓRICOS EN LA COMARCA DE LA VERA ALTA (CÁCERES)”. Memoria de Doctorado, Carlos Fernández Freire, Madrid 2008
En la comarca de la Vera se han identificado más de una decena de yacimientos que sumados a los del Campo Arañuelo y el Jerte, dibujan una concentración próxima a la cincuentena.
Su situación geográfica perfectamente delimitada por la Sierra de Gredos y por el valle del Tiétar conforma un territorio con posibilidades mixtas de explotación: la agricultura, por un lado, debido a la riqueza de los suelos junto al Tiétar; y la ganadería, con buenos pastos en sectores de pie de sierra; así como los importantes recursos acuíferos que constituyen una fuente importante para el sostenimiento de una población permanente. También otras materias primas como el sílex o el metal, tuvieron su trascendencia. En cambio, la Vera no es una zona con importantes recursos metalúrgicos. En Villanueva existen algunas vetas en forma de impregnaciones de calcopirita, aunque de baja calidad y de difícil extracción; pero sí los encontramos en zonas próximas, como Peraleda de la Mata, Plasencia, Barco de Ávila, Piedrahita o zonas cercanas en lo que es ahora la provincia de Toledo, que contribuyeron a la riqueza metalífera de la zona.
Hay pruebas de que existieron en la zona varios núcleos de población a finales de la Edad del Bronce y Primera Edad del Hierro, quizá no estables en un solo lugar pero sí permanentes en la zona.
En todo caso la aparición de objetos arqueológicos, con relativa frecuencia de manos de arqueólogos no profesionales ha llamado la atención sobre una riqueza arqueológica importante, que evidencia la presencia humana en la zona desde muy antiguo.
Los Yacimientos más importantes de la zona son:
“El Canchal” en Jaraíz de la Vera, que se encuentra en un excelente estado de conservación.
En Jarandilla de La Vera, encontramos varios yacimientos: “Cerro Soldado y Cercaperla”, “Capichuelas”, “Los Picorzos”, “Las Mesillas”; y otros como “Cerros de Mingo Martin”, “El Baldío” y “Cerca Antonio”, donde se han encontrado restos importantes del Neolítico.
En el Guijo de Santa Bárbara, “El Canchal del Moro
En Viandar de la Vera: “El Cerro de Castrejón” (Bronce Final, Edad del Hierro)
En Talaveruela de la Vera: La Molina (Edad del Hierro), “Los Corchuelos” (Nelolítico), y “Cañamares” (Neolítico)
En Valverde de la Vera: El asentamiento de “Los Montes” (Calcolítico), “Cueva del Roble” (Funerario Neolítico), “Dolmen Ribero” (Neolítico, Calcolítico), “Lancha Mateo” (Calcolítico), “Los labrados” (Calcolítico), “Pozo del Rey” (Calcolítico), y “Alto de la Jara” (Calcolítico)
En Madrigal de la Vera: La Necrópolis de “El Cardenillo” (Edad del Hierro. Neolítico), “Cerro de Romartín” (Edad de Hierro, Calcolítico, Neolítico), “Invernadero” (Neolítico, Calcolítico), “La monda” (Edad del Hierro)
En Candeleda, El Yacimiento de El Raso. (II Edad del Hierro, entre los siglos VI y I a. C). Las excavaciones llevadas a cabo en el yacimiento nos han permitido conocer la existencia de un enorme poblado prerromano, “El Castro”. En una zona próxima a mayor altura encontramos “El Prado de la Carrera”. Muy cerca del actual núcleo de población del El Raso, encontramos el poblado de “El Castañar”, que debió ser precursor del Castro Vetón. Muy próxima al poblado amurallado, apenas 500 m en dirección sur, en una planicie cercana a la orilla izquierda de la garganta de Alardos encontramos la “Necrópolis de las Guijas”.
En Villanueva, las primeras noticias arqueológicas se circunscriben a algunos hallazgos aislados, como es el caso de un “Jarro de Bronce púnico-tartésico” encontrado al realizar los cimientos de una casa en la finca de El Tudal, junto a la garganta de Minchones en 1946.
“Dolmen de la Vega del Niño” (Neolítico-Calcolítico): Ya desde 1.957 se sabía de la existencia de un túmulo, que se dio a conocer como el “dolmen de corredor de Villanueva de la Vera”.
“La Cañada Pajares” (Edad del Hierro-Orientalizante. El yacimiento Protohistórico de la Cañada de Pajares junto con sus Necrópolis y el Tesoro Áureo es el más importante de todos los encontrados en Villanueva. La finca de Pajares se sitúa al Sureste de Villanueva de la Vera, con una extensión de unas 200 ha. Las prospecciones realizadas han evidenciado la existencia de al menos cinco necrópolis individualizadas y otros tres lugares de hábitat bien diferenciados.
“La Cruz del Pobre” (Neolítico-Calcolítico). Distribuido por un área de casi 2 ha se han localizado multitud de fragmentos cerámicos, y una importante industria lítica sobre sílex, con restos de dólmenes y necrópolis.
“Cerro Castrejón” (Edad del Hierro): Las características constructivas y emplazamiento reúnen todos los requisitos típicos de un poblado en altura del Bronce Final y de la Edad del Hierro, incluyendo el cerramiento entre bloques graníticos, el emplazamiento en alto en las últimas estribaciones de la Sierra y la amplia visibilidad.
Otros Yacimientos encontrados en el término municipal de Villanueva son: “Tanajarro” (Neolítico), concentración de materiales en una zona a media ladera; “Los Rincones” (Neolítico-Calcolítico), en la ladera del cerro de los Rincones; “Casusá” (Calcolítico), dos yacimientos, localizados cerca de la garganta de Minchones, situados en una elevación sobre la fosa del Tiétar, lo que les convierte en los yacimientos con mayor visibilidad después del Cerro Castrejón; “Las Hoyuelas” (Calcolítico), concentración de materiales localizada en un cerro cercano a un arroyo estacional; “Las Planas” (Calcolítico), en una zona alomada en la segunda terraza de la Vera; “Recuéncano” (Calcolítico), sobre la garganta de la Hoz, “Rabinche” (Edad del Hierro), en la fosa del Tiétar, junto al arroyo de Las Monjas y muy cerca del canal de Rosarito; “Rocastaño” (Edad del Hierro), al pie de un cerro, a ambos lados de la carretera ext. 203; “Helechoso” (Sin clasificar), escasa concentración de materiales situada en una zona alta junto al barranco de Helechoso, al norte del pueblo de Madrigal; y “Los Muros” (Sin clasificar), pequeña planicie junto a la garganta de Minchones atravesada por la colada de la sierra.
Por último, tenemos que destacar en Villanueva, dos yacimientos arqueológicos romanos, que probablemente correspondieran a asentamientos más antiguos reutilizados por éstos: “La Finca de las Corias”, con gran acumulación de escoria de hierro y cerámica en una zona de bancales al Sur del pueblo; y “La Laguna”, en un cerro sobre la fosa del Tiétar donde se ha localizado una importante concentración de escoria de hierro y cerámica romana.
José María Ambrosio Sánchez
Bibliografía: “PAISAJES AGRARIOS PRE Y PROTOHISTÓRICOS EN LA COMARCA DE LA VERA ALTA (CÁCERES)”. Memoria de Doctorado, Carlos Fernández Freire, Madrid 2008
viernes, 20 de marzo de 2015
La Constitución. de 1912 y Villanueva de la Vera
LA CONSTITUCIÓN DE 1812 “LA PEPA” (19 de Marzo de 1812)
Mientras se mantiene la guerra contra las tropas francesas, en 1810 tiene lugar en Cádiz la reunión de unas Cortes Extraordinarias que trataban de dotar al país de una nueva organización política de corte liberal: son las Cortes de Cádiz. Extremadura desde el primer momento de la sublevación contra la invasión francesa participó activamente. El 1 de junio de 1808 se había constituido en Badajoz la Junta Suprema de Gobierno de Extremadura. De la Junta Suprema dependían, al mismo tiempo, las Juntas Subalternas de partido, que en el caso de Extremadura eran ocho: Cáceres, Badajoz, Mérida, La Serena, Alcántara, Plasencia, Trujillo y Llerena. Y por debajo de ellas se formaron Juntas locales.
El 24 de septiembre de 1810 se reúnen las Cortes Constituyentes para elaborar la Constitución.
La participación extremeña en las mismas fue destacada, siendo 12 el número de diputados que representaron a la provincia. La composición de este grupo fue variada, predominando los diputados pertenecientes al clero, la nobleza y en menor medida, al ejército. Hubo sin embargo protestas de algunas localidades, como Plasencia o Trujillo que se quedaron sin representación propia.
Las Cortes Constitutivas de 1810 no reconocen la representatividad de la ciudad de Plasencia, que pierde el derecho a nombrar un diputado. La ciudad de Plasencia eligió a Antonio Alonso Varona para las cortes gaditanas. Sorprendentemente, la Asamblea lo rechazó, una vez estudiada el acta electoral y los poderes conferidos por el ayuntamiento.
En general predominó la defensa de los principios liberales: la lucha contra el régimen absolutista, el regionalismo, la necesidad de una nueva Constitución, la crítica social (al papel de la nobleza o de la Iglesia), la racionalización del sector administrativo; y, en definitiva, muchas de las ideas propugnadas por los ilustrados de fines del siglo XVIII: libertad de imprenta, venta de baldíos y terrenos comunes, supresión del Santo Oficio y supresión de los Señoríos y Realengos, entre otras.
Las Cortes de Cádiz son el punto de partida de lo que tarde o temprano -la destrucción de la propiedad comunal- habría de ocurrir andando el siglo. Terminó por culminar en el decreto de 4 de enero de 1813 de enajenación de terrenos baldíos y realengos, que culminó en un proceso de privatización. El objetivo era aliviar un poco la amortización de Deuda Pública. Además conseguía a priori un efecto social positivo: el acceso a la propiedad de esos labradores y jornaleros. Sin embargo, esto no fue lo habitual, ya que un corto número de individuos, desconocidos pero con la necesaria liquidez, aprovecha esta oportunidad para crearse un patrimonio importante; el acceso a la propiedad de gente pobre se convertía en una utopía.
El 19 de marzo de 1812, las Cortes de Cádiz aprueban la primera Constitución Española, que supone el tránsito del Antiguo Régimen al Nuevo. Su sobrenombre, la Pepa, no está muy claro aún, pero parece que fue un recurso indirecto tras su derogación para referirse a ella, debido a que fue promulgada el día de San José.
En el Diario de Cortes, del 31 de agosto de 1812, aparece el testimonio remitido por los secretarios de varios pueblos de Extremadura, de haber jurado la Constitución, entre ellos Villanueva de la Vera:
“ … en el partido de Plasencia los pueblos de Losar, Tarilla, Cabezuela, Villar, Pedroso, Villanueva de la Vera, Arrollomolino, Segura, Casas del Monte, Aceituna, Majadas, Casas del Castañar, Alberca, Marchagos, Jaraíz, Valverde de la Vera y Cabeza-Bellosa;…”
La llegada de Fernando VII y su manifiesto de 4 de mayo de l814 suponen una vuelta al Antiguo Régimen y al absolutismo monárquico, con la derogación de la Constitución, y la instauración de la Inquisición. La restauración del absolutismo de Fernando VII provocó que casi dos millares de liberales y de afrancesados tuvieran que exiliarse a Portugal o a Francia. Ello provocó la salida de una parte de la más granada intelectualidad extremeña de la época, como Diego Muñoz Torrero o Meléndez Valdés.
IMAGEN: Monumento a las Cortes de 1812 (Cádiz)
Tras el derribo de la muralla gaditana, en los primeros años del siglo XX, se decidió ampliar la plazuela del Carbón para conmemorar el centenario de la Constitución de 1812 y el sitio de las tropas francesas a la ciudad. El resultado fue la actual Plaza de España, obra del arquitecto Modesto López Otero y del escultor Aniceto Marinas. El Monumento presenta, en su plano inferior, un hemiciclo con un sillón presidencial vacío, jalonando diversas inscripciones la parte superior de dicho hemiciclo. En el centro se eleva una pilastra rematada con figuras alegóricas que sostienen el texto constitucional homenajeado. En los pies de la pilastra se encuentra una matrona -símbolo de España-, grupos escultóricos representando a la agricultura y la ciudadanía, la figura de Hércules y los nombres de los diputados más importantes de las Cortes gaditanas que dieron al país la famosa "Pepa".
Mientras se mantiene la guerra contra las tropas francesas, en 1810 tiene lugar en Cádiz la reunión de unas Cortes Extraordinarias que trataban de dotar al país de una nueva organización política de corte liberal: son las Cortes de Cádiz. Extremadura desde el primer momento de la sublevación contra la invasión francesa participó activamente. El 1 de junio de 1808 se había constituido en Badajoz la Junta Suprema de Gobierno de Extremadura. De la Junta Suprema dependían, al mismo tiempo, las Juntas Subalternas de partido, que en el caso de Extremadura eran ocho: Cáceres, Badajoz, Mérida, La Serena, Alcántara, Plasencia, Trujillo y Llerena. Y por debajo de ellas se formaron Juntas locales.
El 24 de septiembre de 1810 se reúnen las Cortes Constituyentes para elaborar la Constitución.
La participación extremeña en las mismas fue destacada, siendo 12 el número de diputados que representaron a la provincia. La composición de este grupo fue variada, predominando los diputados pertenecientes al clero, la nobleza y en menor medida, al ejército. Hubo sin embargo protestas de algunas localidades, como Plasencia o Trujillo que se quedaron sin representación propia.
Las Cortes Constitutivas de 1810 no reconocen la representatividad de la ciudad de Plasencia, que pierde el derecho a nombrar un diputado. La ciudad de Plasencia eligió a Antonio Alonso Varona para las cortes gaditanas. Sorprendentemente, la Asamblea lo rechazó, una vez estudiada el acta electoral y los poderes conferidos por el ayuntamiento.
En general predominó la defensa de los principios liberales: la lucha contra el régimen absolutista, el regionalismo, la necesidad de una nueva Constitución, la crítica social (al papel de la nobleza o de la Iglesia), la racionalización del sector administrativo; y, en definitiva, muchas de las ideas propugnadas por los ilustrados de fines del siglo XVIII: libertad de imprenta, venta de baldíos y terrenos comunes, supresión del Santo Oficio y supresión de los Señoríos y Realengos, entre otras.
Las Cortes de Cádiz son el punto de partida de lo que tarde o temprano -la destrucción de la propiedad comunal- habría de ocurrir andando el siglo. Terminó por culminar en el decreto de 4 de enero de 1813 de enajenación de terrenos baldíos y realengos, que culminó en un proceso de privatización. El objetivo era aliviar un poco la amortización de Deuda Pública. Además conseguía a priori un efecto social positivo: el acceso a la propiedad de esos labradores y jornaleros. Sin embargo, esto no fue lo habitual, ya que un corto número de individuos, desconocidos pero con la necesaria liquidez, aprovecha esta oportunidad para crearse un patrimonio importante; el acceso a la propiedad de gente pobre se convertía en una utopía.
El 19 de marzo de 1812, las Cortes de Cádiz aprueban la primera Constitución Española, que supone el tránsito del Antiguo Régimen al Nuevo. Su sobrenombre, la Pepa, no está muy claro aún, pero parece que fue un recurso indirecto tras su derogación para referirse a ella, debido a que fue promulgada el día de San José.
En el Diario de Cortes, del 31 de agosto de 1812, aparece el testimonio remitido por los secretarios de varios pueblos de Extremadura, de haber jurado la Constitución, entre ellos Villanueva de la Vera:
“ … en el partido de Plasencia los pueblos de Losar, Tarilla, Cabezuela, Villar, Pedroso, Villanueva de la Vera, Arrollomolino, Segura, Casas del Monte, Aceituna, Majadas, Casas del Castañar, Alberca, Marchagos, Jaraíz, Valverde de la Vera y Cabeza-Bellosa;…”
La llegada de Fernando VII y su manifiesto de 4 de mayo de l814 suponen una vuelta al Antiguo Régimen y al absolutismo monárquico, con la derogación de la Constitución, y la instauración de la Inquisición. La restauración del absolutismo de Fernando VII provocó que casi dos millares de liberales y de afrancesados tuvieran que exiliarse a Portugal o a Francia. Ello provocó la salida de una parte de la más granada intelectualidad extremeña de la época, como Diego Muñoz Torrero o Meléndez Valdés.
IMAGEN: Monumento a las Cortes de 1812 (Cádiz)
Tras el derribo de la muralla gaditana, en los primeros años del siglo XX, se decidió ampliar la plazuela del Carbón para conmemorar el centenario de la Constitución de 1812 y el sitio de las tropas francesas a la ciudad. El resultado fue la actual Plaza de España, obra del arquitecto Modesto López Otero y del escultor Aniceto Marinas. El Monumento presenta, en su plano inferior, un hemiciclo con un sillón presidencial vacío, jalonando diversas inscripciones la parte superior de dicho hemiciclo. En el centro se eleva una pilastra rematada con figuras alegóricas que sostienen el texto constitucional homenajeado. En los pies de la pilastra se encuentra una matrona -símbolo de España-, grupos escultóricos representando a la agricultura y la ciudadanía, la figura de Hércules y los nombres de los diputados más importantes de las Cortes gaditanas que dieron al país la famosa "Pepa".
domingo, 8 de marzo de 2015
LOS JUDÍOS EN LA COMARCA DE LA VERA, SEGÚN «EL FUERO» DE PLASENCIA por MARTIRIA SÁNCHEZ LÓPEZ
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LOS JUDÍOS EN LA COMARCA DE LA VERA, SEGÚN «EL FUERO» DE PLASENCIA por MARTIRIA SÁNCHEZ LÓPEZ
febrero 25th, 2012 | Agregar comentario
INTRODUCCIÓN
Los judíos de la España cristiana tendrán su periodo de máximo esplendor en el siglo XII, desempeñando un papel importante en la economía, en las finanzas y en la política. A partir de la invasión almohade (siglos XI y XII), debido a su fanatismo religioso, la población hebrea tendrá que huir de la España islámica, y se asentarán en las tierras cristianas, donde desarrollarán toda clase de actividades, además de servir de intérpretes en los tratados entre cristianos y musulmanes, llamados «trujimanes». En general fueron muy estimados por la nobleza, al igual que por los reyes, ya que eran sus médicos, llamados físicos; también les confiaron la recaudación de ciertos tributos, como los de aduana o almojarifazgo, así como otra clase de rentas reales y señoriales. Todo esto les llevará a tener gran influencia cerca de los reyes y a su progresivo enriquecimiento, lo que provocará la hostilidad del pueblo, por lo que a finales del siglo XIII comenzara a ver mermados sus privilegios, lo que se acentuará en los siglos siguientes hasta su expulsión. No obstante, en los reinados de Alfonso XI y Pedro I, serán muy protegidos, pues estos reyes recibirán ayuda económica de ellos. Enrique II se negó a la petición de las Cortes de Burgos de 1366, de que se quitaran a los judíos las fortalezas, los oficios de palacio y las rentas reales.
En el siglo XII, periodo de máximo esplendor judío, y concretamente en 1186, Alfonso VIII fundó la ciudad de Plasencia como un enclave político y militar, no sólo para luchar contra los musulmanes, sino para contrarrestar el enorme poder que tenían las Órdenes Militares ya en Extremadura. Pronto pasó a convertirse en un enclave religioso, ya que en 1189 se constituiría como Sede Episcopal en virtud de la bula otorgada por Clemente III y confirmada por Honorio III, como hemos ya referido.
Veremos a continuación la importancia de los judíos en la población de la ciudad, y en todos los aspectos de la vida de la misma, así como en la de sus aldeas, especialmente en La Vera, donde todas tenían sus juderías.
LAS JUDERÍAS
Las comunidades judías, tanto la de Jaraíz como las de las demás aldeas, se organizaban como un concejo independiente, con una legislación judía propia, velando por el cumplimiento de ella. El cargo principal lo ostentaba el «Bedin», de él dependían los alcaldes y demás cargos. El Bedin dependía del «Nasi», que era el jefe de la comunidad judía de la ciudad, y éste, a su vez, estaba bajo las ordenes del «Nadid» o jefe supremo de todas las aljamas del país; se le denominaba honoríficamente «Nagidha-Negidin», que significa «Supremo entre los supremos». Algunos cargos eran comunes, como el de corredor, que eran vendedores públicos, a quienes se les encomendaba la venta de armas, y podían ser cristianos, judíos o moros, como dice el título 183 del Fuero: «el concejo establezca vendedor, públicamente que lo sepan todo como es corredor, quien sea cristiano o judío, o moro, et venda las armas dentro de esta Villa».
Existían también una prisión exclusivamente para los judíos, que estaban bajo la jurisdicción del «bedin». Cuando tenían que hacer juramento los judíos lo hacían sobre su libro sagrado, la Torá, en lugar de los evangelios o la cruz como los cristianos, así lo ordena el título 340 del Fuero «…jure el cristiano sobre la cruz y el judío sobre la Torá». La Torá comprendía los cinco libros de Moisés o Pentateuco: Génesis, Éxodo, Levíco, Números y Deuteronomio. Todos estos libros eran leídos en el transcurso de un año por la comunidad judía en las celebraciones del «Sabat» o día de Yhavé. Cada «sabat» se leía un «parashá», que era un fragmento de la Torá. A los hombres de mérito se les honraba concediéndoles un capítulo o «parasha» especialmente importante.
Estaban exentos de cualquier trabajo en sus días de preceptos, como eran los sábados o cualquier otra fiesta judía, incluso no se podían celebrar los pleitos que tuvieran con los cristianos en esas festividades, según el título 348, ley XVI: «Quando los christianos plazos non ovieren, otrosí judíos ni christianos non ayan plazos. Los judíos ayan plazos fueran el Sabado et sus dissantos». El «sabat» era el día de la semana dedicado a Yhavé, su día de fiesta equivalente al domingo cristiano. Lo celebraban con toda rigurosidad, sin permitir el más mínimo trabajo.
Otra fiesta muy importante era el «Pesaj», que tenía siete días de duración; se iniciaba en la primera luna llena de la primavera. Había otra fiesta muy popular entre los judíos, donde podrían realizar toda clase de desenfrenos, denominada el «Purim», y que se la podría considerar como el precedente del martes de carnaval entre los cristianos.
Los pleitos entre los judíos y cristianos debían celebrarlos alcaldes mixtos es decir, un alcalde judío y otro cristiano. Así lo afirman el Título 334, Ley II: «si judío o christiano sobre alguna cosa barairen, fagan los alcaldes vezinos, uno christiano y otro judío».
EL FUERO DE PLASENCIA Y LOS JUDÍOS
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El fuero de Plasencia otorgado por Alfonso VIII hace ocho siglos, cuando fundó la ciudad, recoge todos los privilegios y franquicias, la autonomía local, el régimen municipal, los delitos, las penas, etc., en una palabra, toda una serie de normas para que los pobladores de la nueva ciudad y sus aldeas comenzaron a funcionar y a desarrollar su vida con ciertas ventajas y privilegios, pero sin salirse del marco legal que constituyen el fuero.
La población judía era tan importante que el fuero alude constantemente a ella, ya que participaba en los distintos aspectos de la vida municipal desde su fundación. Las actividades que desarrollaban eran principalmente económicas, tanto de mercaderías como crediticias.
Los oficios de mercaderías que desarrollaban eran muy variados, se les llamaba menestrales y los regulaba el fuero, pues tenían la obligación de vender los productos derivados de su artesanía en el mercado semanal, y se les imponía una multa si no accedían a dicho mercado, «a honor y provecho de la cibdat mandamos que todos los menestrales cuales quier, zapateros, ferreros, vaineros, cosecheros, olleros, furseros, pennesos, ballesteros, todos salgan al mercado con sus obras. Todo aquel que non exiere et en ese día tienda abierta tuviere, peche un maravedí a los mayordomos».
Hay también otra serie de oficios que también desempeñaron tanto judíos como cristianos que eran carpinteros, orfebres, sastres o boticarios.
Pero aparte de estos oficios de mercaderías siempre desempeñaron un papel importante en la finanzas españolas, siendo los reyes los más beneficiados, como hemos dicho ya, puesto que les prestaban el dinero necesario para sus empresas así como el cobro de impuestos. Aquí, en La Vera, las juderías más importantes estaban en las aldeas, que pertenecían a los señoríos, puesto que ellos eran los encargados del cobro de los impuestos a los vecinos. Para evitar abusos en materia crediticia el Fuero regula la usura en varios Títulos; en el 343 dice que sólo pueden percibir el doble del dinero prestado en un año, «… que la usura non debe crecer sin non doblado al cabo de un anno», «et segund esta razon reciba el judío usura de un mes o de otro tiempo en el qual su adverdiera a usura. Todo crecer de usura, después que doblado fuese, la más non le logse».
Esta presencia judía está reflejada a lo largo de todo el Fuero bien directamente o indirectamente. Hemos contabilizado más de quince títulos seguidos referente a la población hebrea a fin de evitar conflictos con los cristianos o musulmanes, para que la convivencia fuera lo más normal posible. Vamos a transcribir alguno de los títulos, que habla de esta convivencia, que van desde el 334 hasta el 352: Título 335, ley III: «firma que entre christiano et iudio fuere sea christiano et iudio vezinos, et por testimonio de todas cosas que negadas fueren sean creída et manifiestas…»; Título 336, ley IV «si el christiano commdicho es, al iudio querelloso a derecho non quesiere estar, prende al iudio en su casa con un vezino christiano commo fueron es de Plasencia…»; Título 339, ley VII, «todos los plazos entre iudios et christianos sean a Sant Nicolás, et non en otro lugar. La hora de los plazos sean la missa matinal, en aquella eglesia»: Título 340, ley VIII» Por toda petición, si iudio o christiano fasta lmr. fura el christiano sin cruz et el iudio sin la lorá, et si la petición fuese de 1 mr arriba, fure el christiano sobre la cruz et el iudio sobre la Torá…»; Título 350, ley XVII «a provecho de la cibdat establecemos por fuero que christiano o moro o iudio non saquen arma de fuste nin de fierro de la cibdat…».
Podríamos seguir enumerando un gran número de ellos, ya que los judíos están presentes en todos los aspectos de la vida de la ciudad, que ordena el Fuero, incluso en el uso de los baños públicos, al que se refiere el título 442 que dice que «si el christianimo que en el día de los judíos en el banno entrase o el iudio en el día de los christiano et el iudio al christiano… non peche calonna», pues cada población tenía asignado un día para los baños públicos. A los judíos les correspondían el viernes.
Título 439: «Del banno et como á de yr cada uno. Los barones vayan de común en el día del martes, et mercoles et en el día del sábado. Las mugieres vayan el lunes, et el jueves et el domingo. Los judíos vayan en el día del viernes».
LAS JUDERÍAS EN LA VERA
Las aldeas de La Vera fueron evolucionando desde su fundación, adquiriendo un gran desarrollo a lo largo de los siglos XIII, XIV y XV en los aspectos demográficos, económicos, cultural y artístico; en el siglo XIII eran ya importantes Cuacos, Losar y Jaraíz, ya que consta en el Diezmatorio de la Catedral de Plasencia que tenían iglesia, lo que suponía un grupo de población importante. A finales del siglo XIV y durante el siglo XV, muchas aldeas duplicaron su población, e incluso aumentaron aún más, como es el caso de Cuacos, que de tener 115 vecinos en el siglo XIV pasó a tener 400 vecinos en el siglo XV; o de Jaraíz, que de 266 vecinos llegará a tener 500, igual que Jarandilla (M. Aparicio).
La población judía aumentaba en las aldeas en la misma proporción, siendo muy importante en gran número de ellas. Basándose en datos publicados por Don Luis Suárez Fernández en su estudio «Documentos sobre la expulsión de los judíos» podemos hacer esta afirmación, pues los impuestos recaudados por la corona entre los judíos para la guerra de Granada fueron muy importantes, sobrepasando a Cáceres y a Plasencia. Así nos dice que en 1490, los judíos de Jaraíz, Cuacos y Garganta pagaban 23.017 maravedíes, y sólo los de Valverde 21.710; Jarandilla y Tornavacas 33.713 maravedíes, mientras Cáceres pagaba 40.775. También hablaba de los impuestos de Servicio y Medio Servicio, impuesto específico para moros y judíos. En 1474 eran considerables en relación con Cáceres y Plasencia; «los judíos de Xaraíz e Cuacos e Pasarón e Garganta la Olla tres mil e trescientos mrs., los judíos de Valverde tres mili mrs., los judíos de Jarandilla tres mill e quinientos maravedies».
Todos estos datos confirman la importancia que tenía la población judía en La Vera, siendo las aljamas más grandes las de las aldeas de mayor población, como eran las de El Losar, Jaraíz, Cuacos, Pasarón, Garganta, Jarandilla y Valverde, mientras en las de pocos habitantes no consta alguna. Dentro de las siete aldeas mencionadas, las más importantes en población judía eran las de los señorios, ya señoríos, ya que en estas podían ejercitar mejor sus actividades económicas, como eran el cobro de rentas que los vecinos tenían que pagar a sus señores, además de mayores préstamos y otras operaciones crediticias.
Los judíos formaban barrios aparte dentro de las aldeas, eran las juderias o aljamas; sobre todo a partir de las Cortes de Toledo de 1480, en las que se prohibió vivir junto a los cristianos. Algunos pueblos conservan en la actualidad las juderías, como es el caso de Garganta la Olla, que ha sido restaurada y rehabilitada por Bellas Artes, constituyendo uno de los barrios más típicos e interesantes del Arte Popular de La Vera. La judería se denomina el barrio de la Huerta, y en él podemos contemplar todos los elementos típicos y artísticos que luego quedarán plasmados en lo que constituye el arte tradicional de La Vera, ya que hasta finales del siglo XIX y principios del XX se seguirán las mismas pautas en la construcción de la vivienda. La casa es de tipo «casa-bloque», para desempeñar las diversas funciones de acuerdo con las necesidades de cada vecino: vivienda, lugar de trabajo, almacén, albergue de animales, etc. La amplias portadas son unas veces arquitrabadas con inscripciones posteriores en sus dinteles, otras están formadas por arcos de medio punto. Abundan los soportales sostenidos por «pie derecho» de madera, con basas de piedra generalmente. Los muros son de granito hasta la primera planta, mientras las plantas superiores son de adobe, con el singular entramado de madera, uno de los elementos más típicos del arte popular. Muy característico, son los «voladizos», que además de emplearse como recurso arquitectónico, sirven para ampliar las plantas superiores. Bellísimas son las casa en La Vera, que las adornan con granitos y otras flores, dando una nota de alegría y belleza, a la vez que conjugan con el rojo color de los pimientos hechos ristras para secarlos al sol en ellas.
En muchas aldeas los judíos no cumplen la legislación de vivir en barrios aparte y continuaron residiendo en sus casas en las mejores calles y plazas, como fue el caso de Villanueva, donde las quejas de los vecinos han quedado reflejadas en las coplas de «Pero-Palo» que aún se cantan «No hay calle ni callejita, por chiquilla que ella sea, en la que no viva un rabique, de los de mala ralea» (F. Castañar «El Pero-Palo»).
Fray Alfonso defiende la separación de los judíos en barrios aparte con los siguientes argumentos: «era notable el daño que su comunicación y trato hacía en el vecino, por la ocasión que pobladas». Asimismo, para distinguirlos bien de los cristianos se les obligaba a vestir de distinta forma y no basta estar apartados en barrios judíos en todos los pueblos, ni traer vestidos y hábitos señalado que era ciertas ‘Chia’ en los torbados, por mandato de los reyes, para que se diferenciaron de los cristianos».
LA EXPULSIÓN DE LOS JUDÍOS EN LA VERA
La convivencia pacífica de los tres grupos religiosos comenzó a deteriorarse ya en el s. XIV, pero fundamentalmente en el s. XV. Los reyes comienzan a dar una serie de ordenanzas por las que se van restringiendo sus actividades, bienes y derechos. El ordenamiento de 1412 fue el que prohibió a los judíos vivir junto con los cristianos y les exigió usar trajes diferentes para diferenciarlos, aunque a veces no lo cumplieran, como hemos visto.
Las causa fundamentales del antisemitismo español fueron las económicas y religiosas. Las económicas, porque aparte de la usura en los préstamos, también cobraban a los vecinos las rentas que tenían que pagar a sus señores, como al Conde de Nieva, o al de Oropesa, los que dependían de ellos, como los de Valverde, Villanueva, Jarandilla, Garganta o Pasarón.
Fue muy importante la causa religiosa, dada la intensa fe de los cristianos veratos de la época. Así lo ha demostrado Don Fulgencio Castañar en su obra «Pero-palo», basándose en las coplas que se cantan en esta fiesta tradicional transmitidas de generación en generación a través de los siglos hasta la actualidad. En ellas se puede apreciar el odio contra los hebreos por ser un pueblo deicida: «Judíos, mi padre es Cristo, vosotros me lo matásteis, cada vez que os veo, veo a quien mató a mi padre». En estos pueblos se hizo imposible la convivencia hasta tal punto que en muchos sitios se desea el exterminio de la raza judía y no dudan en querer tomarse la justicia por su mano, aunque sólo sea mediante la farsa de la tradicional «quema del Judas» durante las fiestas, como se sigue haciendo en Garganta o en Torremenga en Semana Santa, o en la popular fiesta del «Pero-Palo» en Villanueva durante los Carnavales, que culmina con la quema de este singular muñeco. El Sr. Castañar recoge otra copla popular muy expresiva a este respecto: «El Pero-Palo de hogaño, lo queremos pa quemarle, que es un judas que hacemos, pa afrenta de su linaje. Linaje que al mismo Dios, le derramaban su sangre, y en su rostro escupían, pensando que era su imagen». Todo esto es un símbolo del odio que los cristianos veratos sentían hacia el pueblo hebreo.
Los judíos fueron sometidos a toda clase de vejaciones durante el s. XV, sin que los ordenamientos dados por los reyes hicieran nada por evitarlo, contrastando enormemente con la legislación del Fuero de Plasencia, que regula minuciosamente la convivencia, como hemos visto a través de tantos artículos que contienen al respecto. Se cometen toda clase de injusticias contra ellos, imputándoles crímenes y delitos que no habían cometido. Por este motivo, algunos judíos de La Vera huyen hasta Béjar, para que se les juzgue allí en lugar de en Plasencia, temiendo que aquí no se haga justicia por las presiones de los vecinos. Este fue el caso de Isaac Cohen, vecino de el Losar al que se le acusó de tener relaciones con una cristiana, por lo que se escapó a Béjar para que lo juzgaran allí, quedando luego en libertad al demostrarse su inocencia. (E.C. de Santos H. a Medieval e Plasencia y su Tierra).
Fray Alfonso nos describe la expulsión de los judíos así: «Año 1492, por orden y consejo del Inquisidor General de España, Fray Tomás de Torquemada, de la Orden de Predicadores, confesor de los Reyes Católicos, estos reyes mandaron salir de sus reinos a todos los judíos que vivan en la ley… Dierónles para esto término de tres meses…». Comenta además, la gran satisfacción que produjo en los cristianos esta orden: «Con esto, toda la tierra quedó desembarazada de sus ritos y ceremonias judaicas, con increíble gozo y alegría de los católicos, así naturales como extranjero». Sigue diciendo el historiador de Plasencia que «pasado el plazo, ningún cristiano les comunicase ni diera alimento so pena de excomunión».
También nos relata con gran realismo lo que estas medidas suponían para el pueblo judío, que tantos siglos llevaba habitando nuestras tierras y las calamidades y sufrimientos que tuvieron que soportar hasta tomar la decisión de marcharse, aunque muchos prefirieron quedarse y convertirse al cristianismo, sin estar demasiado convencidos, antes de abandonar sus tierras y sus haciendas: «Algunos judíos, cuando se les acababa el término, andaban de noche y de día como desesperados, muchos se volvieron del camino y recibieron la fe de Cristo; otros muchos, por no privarse de la patria donde había nacido por no vender sus bienes a menosprecio, se bautizaban, algunos con llaneza y otros para acomodarse con el tiempo»
Los judíos de la Vera, junto con los de Plasencia, y su tierra, pasaron a Portugal, conducidos por el Capitán Francisco Hernández Floriano. Allí permanecieron por licencia del rey Juan II, mediante el pago de 8 escudos, pero sólo por un tiempo determinado, luego tuvieron que marcharse o convertirse en esclavos. Nos aclara Fray Alfonso que «muchos de ellos lo fueron adelante, aunque el rey Don Manuel, al principio de su reinado, les restituyó la libertad». Los bienes de los judíos se vendieron y el dinero obtenido pasó a engrosar las arcas de la Corona, de los nobles y de la Iglesia. Las sinagogas se convirtieron en templos cristianos, así la sinagoga de Plasencia pasó a ser la Iglesia de Santa Isabel.
El número de judíos que salió de La Vera fue muy importante, como lo demuestra el dinero que recaudaron los Reyes Católicos con la venta de sus bienes; siendo mucho más que lo recaudado en la ciudad. El grupo más numeroso fue el de Jarandilla, seguida de Valverde, a juzgar por el dinero recaudado: Jarandilla contribuyó a las rentas de la Corona con 3.500 maravedíes; Valverde con 3.000 mrs.; Jaraíz, Cuacos, Pasarón y Garganta con 3.300, mientras Plasencia, Galisteo y Aldeanueva del Camino juntas sólo pagaron 5.000 mrs. (Suárez Fernández).
Las Villas de señorío, como Jarandilla y Valverde, también contribuyeron a aumentar los caudales de sus señores. Tanto el Conde de Oropesa, como el de Nieva, obtuvieron buenas rentas de ellos, a pesar de que algunos conversos exigieran a sus señores la devolución de sus bienes, pero les fue muy difícil obtenerlos, a pesar de pleitear por ellos.
En 1480, por Bula del Papa Sixto IV, se creó el Tribunal de la Inquisición en España, para velar por la fe y por la sinceridad de los conversos. Plasencia y su Tierra quedaron bajo la jurisdicción del Tribunal de León durante esta época.
Después de la expulsión, se crean muchos tribunales, entre ellos está el de Llerena, en 1501, del que pasará a depender Plasencia y su Tierra. En la zona de mayor población conversa se crearon otros tribunales, que serán delegaciones del Alto Tribunal para causas de poco relieve. En La Vera, al ser tan importante el elemento judeo-converso, se creó en Garganta un tribunal, que se denominó Casa de la Inquisición, dependiendo del de Llerena. Hoy se pueden contemplar en un museo los instrumentos de tortura que utilizaba este tribunal para imponer penas a los reos juzgados en él. Dicho museo fue fundado por Don Antonio, singular garganteño, enamorado de la cultura y el folklore de su pueblo y de La Vera.
Pensamos que la pervivencia de la población judeo-conversa en La Vera tendrá mucho que ver con el desarrollo que experimentó la zona en el siglo XVI, y su influencia seguirá presente especialmente en la economía, en el folklore, y, sobre todo, en el arte popular de La Vera, en el que se fijaron definitivamente los elementos que van a definirse a través de los siglos y que se repetirán en el siglo actual.
MARTIRIA SÁNCHEZ LÓPEZ
Catedrática de Historia del Arte Enseñanzas Medias
Fuente: Alcántara, 69 (2008): pp. 91-98
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Agradecemos a nuestros lectores Eliseo Pardo y Agustin Hernandez de Molina por enviarnos este artículo.
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Los judíos de la España cristiana tendrán su periodo de máximo esplendor en el siglo XII, desempeñando un papel importante en la economía, en las finanzas y en la política. A partir de la invasión almohade (siglos XI y XII), debido a su fanatismo religioso, la población hebrea tendrá que huir de la España islámica, y se asentarán en las tierras cristianas, donde desarrollarán toda clase de actividades, además de servir de intérpretes en los tratados entre cristianos y musulmanes, llamados «trujimanes». En general fueron muy estimados por la nobleza, al igual que por los reyes, ya que eran sus médicos, llamados físicos; también les confiaron la recaudación de ciertos tributos, como los de aduana o almojarifazgo, así como otra clase de rentas reales y señoriales. Todo esto les llevará a tener gran influencia cerca de los reyes y a su progresivo enriquecimiento, lo que provocará la hostilidad del pueblo, por lo que a finales del siglo XIII comenzara a ver mermados sus privilegios, lo que se acentuará en los siglos siguientes hasta su expulsión. No obstante, en los reinados de Alfonso XI y Pedro I, serán muy protegidos, pues estos reyes recibirán ayuda económica de ellos. Enrique II se negó a la petición de las Cortes de Burgos de 1366, de que se quitaran a los judíos las fortalezas, los oficios de palacio y las rentas reales.
En el siglo XII, periodo de máximo esplendor judío, y concretamente en 1186, Alfonso VIII fundó la ciudad de Plasencia como un enclave político y militar, no sólo para luchar contra los musulmanes, sino para contrarrestar el enorme poder que tenían las Órdenes Militares ya en Extremadura. Pronto pasó a convertirse en un enclave religioso, ya que en 1189 se constituiría como Sede Episcopal en virtud de la bula otorgada por Clemente III y confirmada por Honorio III, como hemos ya referido.
Veremos a continuación la importancia de los judíos en la población de la ciudad, y en todos los aspectos de la vida de la misma, así como en la de sus aldeas, especialmente en La Vera, donde todas tenían sus juderías.

Las comunidades judías, tanto la de Jaraíz como las de las demás aldeas, se organizaban como un concejo independiente, con una legislación judía propia, velando por el cumplimiento de ella. El cargo principal lo ostentaba el «Bedin», de él dependían los alcaldes y demás cargos. El Bedin dependía del «Nasi», que era el jefe de la comunidad judía de la ciudad, y éste, a su vez, estaba bajo las ordenes del «Nadid» o jefe supremo de todas las aljamas del país; se le denominaba honoríficamente «Nagidha-Negidin», que significa «Supremo entre los supremos». Algunos cargos eran comunes, como el de corredor, que eran vendedores públicos, a quienes se les encomendaba la venta de armas, y podían ser cristianos, judíos o moros, como dice el título 183 del Fuero: «el concejo establezca vendedor, públicamente que lo sepan todo como es corredor, quien sea cristiano o judío, o moro, et venda las armas dentro de esta Villa».
Existían también una prisión exclusivamente para los judíos, que estaban bajo la jurisdicción del «bedin». Cuando tenían que hacer juramento los judíos lo hacían sobre su libro sagrado, la Torá, en lugar de los evangelios o la cruz como los cristianos, así lo ordena el título 340 del Fuero «…jure el cristiano sobre la cruz y el judío sobre la Torá». La Torá comprendía los cinco libros de Moisés o Pentateuco: Génesis, Éxodo, Levíco, Números y Deuteronomio. Todos estos libros eran leídos en el transcurso de un año por la comunidad judía en las celebraciones del «Sabat» o día de Yhavé. Cada «sabat» se leía un «parashá», que era un fragmento de la Torá. A los hombres de mérito se les honraba concediéndoles un capítulo o «parasha» especialmente importante.
Estaban exentos de cualquier trabajo en sus días de preceptos, como eran los sábados o cualquier otra fiesta judía, incluso no se podían celebrar los pleitos que tuvieran con los cristianos en esas festividades, según el título 348, ley XVI: «Quando los christianos plazos non ovieren, otrosí judíos ni christianos non ayan plazos. Los judíos ayan plazos fueran el Sabado et sus dissantos». El «sabat» era el día de la semana dedicado a Yhavé, su día de fiesta equivalente al domingo cristiano. Lo celebraban con toda rigurosidad, sin permitir el más mínimo trabajo.
Otra fiesta muy importante era el «Pesaj», que tenía siete días de duración; se iniciaba en la primera luna llena de la primavera. Había otra fiesta muy popular entre los judíos, donde podrían realizar toda clase de desenfrenos, denominada el «Purim», y que se la podría considerar como el precedente del martes de carnaval entre los cristianos.
Los pleitos entre los judíos y cristianos debían celebrarlos alcaldes mixtos es decir, un alcalde judío y otro cristiano. Así lo afirman el Título 334, Ley II: «si judío o christiano sobre alguna cosa barairen, fagan los alcaldes vezinos, uno christiano y otro judío».
EL FUERO DE PLASENCIA Y LOS JUDÍOS
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La población judía era tan importante que el fuero alude constantemente a ella, ya que participaba en los distintos aspectos de la vida municipal desde su fundación. Las actividades que desarrollaban eran principalmente económicas, tanto de mercaderías como crediticias.
Los oficios de mercaderías que desarrollaban eran muy variados, se les llamaba menestrales y los regulaba el fuero, pues tenían la obligación de vender los productos derivados de su artesanía en el mercado semanal, y se les imponía una multa si no accedían a dicho mercado, «a honor y provecho de la cibdat mandamos que todos los menestrales cuales quier, zapateros, ferreros, vaineros, cosecheros, olleros, furseros, pennesos, ballesteros, todos salgan al mercado con sus obras. Todo aquel que non exiere et en ese día tienda abierta tuviere, peche un maravedí a los mayordomos».
Hay también otra serie de oficios que también desempeñaron tanto judíos como cristianos que eran carpinteros, orfebres, sastres o boticarios.
Pero aparte de estos oficios de mercaderías siempre desempeñaron un papel importante en la finanzas españolas, siendo los reyes los más beneficiados, como hemos dicho ya, puesto que les prestaban el dinero necesario para sus empresas así como el cobro de impuestos. Aquí, en La Vera, las juderías más importantes estaban en las aldeas, que pertenecían a los señoríos, puesto que ellos eran los encargados del cobro de los impuestos a los vecinos. Para evitar abusos en materia crediticia el Fuero regula la usura en varios Títulos; en el 343 dice que sólo pueden percibir el doble del dinero prestado en un año, «… que la usura non debe crecer sin non doblado al cabo de un anno», «et segund esta razon reciba el judío usura de un mes o de otro tiempo en el qual su adverdiera a usura. Todo crecer de usura, después que doblado fuese, la más non le logse».
Esta presencia judía está reflejada a lo largo de todo el Fuero bien directamente o indirectamente. Hemos contabilizado más de quince títulos seguidos referente a la población hebrea a fin de evitar conflictos con los cristianos o musulmanes, para que la convivencia fuera lo más normal posible. Vamos a transcribir alguno de los títulos, que habla de esta convivencia, que van desde el 334 hasta el 352: Título 335, ley III: «firma que entre christiano et iudio fuere sea christiano et iudio vezinos, et por testimonio de todas cosas que negadas fueren sean creída et manifiestas…»; Título 336, ley IV «si el christiano commdicho es, al iudio querelloso a derecho non quesiere estar, prende al iudio en su casa con un vezino christiano commo fueron es de Plasencia…»; Título 339, ley VII, «todos los plazos entre iudios et christianos sean a Sant Nicolás, et non en otro lugar. La hora de los plazos sean la missa matinal, en aquella eglesia»: Título 340, ley VIII» Por toda petición, si iudio o christiano fasta lmr. fura el christiano sin cruz et el iudio sin la lorá, et si la petición fuese de 1 mr arriba, fure el christiano sobre la cruz et el iudio sobre la Torá…»; Título 350, ley XVII «a provecho de la cibdat establecemos por fuero que christiano o moro o iudio non saquen arma de fuste nin de fierro de la cibdat…».
Podríamos seguir enumerando un gran número de ellos, ya que los judíos están presentes en todos los aspectos de la vida de la ciudad, que ordena el Fuero, incluso en el uso de los baños públicos, al que se refiere el título 442 que dice que «si el christianimo que en el día de los judíos en el banno entrase o el iudio en el día de los christiano et el iudio al christiano… non peche calonna», pues cada población tenía asignado un día para los baños públicos. A los judíos les correspondían el viernes.
Título 439: «Del banno et como á de yr cada uno. Los barones vayan de común en el día del martes, et mercoles et en el día del sábado. Las mugieres vayan el lunes, et el jueves et el domingo. Los judíos vayan en el día del viernes».
LAS JUDERÍAS EN LA VERA
Las aldeas de La Vera fueron evolucionando desde su fundación, adquiriendo un gran desarrollo a lo largo de los siglos XIII, XIV y XV en los aspectos demográficos, económicos, cultural y artístico; en el siglo XIII eran ya importantes Cuacos, Losar y Jaraíz, ya que consta en el Diezmatorio de la Catedral de Plasencia que tenían iglesia, lo que suponía un grupo de población importante. A finales del siglo XIV y durante el siglo XV, muchas aldeas duplicaron su población, e incluso aumentaron aún más, como es el caso de Cuacos, que de tener 115 vecinos en el siglo XIV pasó a tener 400 vecinos en el siglo XV; o de Jaraíz, que de 266 vecinos llegará a tener 500, igual que Jarandilla (M. Aparicio).
La población judía aumentaba en las aldeas en la misma proporción, siendo muy importante en gran número de ellas. Basándose en datos publicados por Don Luis Suárez Fernández en su estudio «Documentos sobre la expulsión de los judíos» podemos hacer esta afirmación, pues los impuestos recaudados por la corona entre los judíos para la guerra de Granada fueron muy importantes, sobrepasando a Cáceres y a Plasencia. Así nos dice que en 1490, los judíos de Jaraíz, Cuacos y Garganta pagaban 23.017 maravedíes, y sólo los de Valverde 21.710; Jarandilla y Tornavacas 33.713 maravedíes, mientras Cáceres pagaba 40.775. También hablaba de los impuestos de Servicio y Medio Servicio, impuesto específico para moros y judíos. En 1474 eran considerables en relación con Cáceres y Plasencia; «los judíos de Xaraíz e Cuacos e Pasarón e Garganta la Olla tres mil e trescientos mrs., los judíos de Valverde tres mili mrs., los judíos de Jarandilla tres mill e quinientos maravedies».
Todos estos datos confirman la importancia que tenía la población judía en La Vera, siendo las aljamas más grandes las de las aldeas de mayor población, como eran las de El Losar, Jaraíz, Cuacos, Pasarón, Garganta, Jarandilla y Valverde, mientras en las de pocos habitantes no consta alguna. Dentro de las siete aldeas mencionadas, las más importantes en población judía eran las de los señorios, ya señoríos, ya que en estas podían ejercitar mejor sus actividades económicas, como eran el cobro de rentas que los vecinos tenían que pagar a sus señores, además de mayores préstamos y otras operaciones crediticias.
Los judíos formaban barrios aparte dentro de las aldeas, eran las juderias o aljamas; sobre todo a partir de las Cortes de Toledo de 1480, en las que se prohibió vivir junto a los cristianos. Algunos pueblos conservan en la actualidad las juderías, como es el caso de Garganta la Olla, que ha sido restaurada y rehabilitada por Bellas Artes, constituyendo uno de los barrios más típicos e interesantes del Arte Popular de La Vera. La judería se denomina el barrio de la Huerta, y en él podemos contemplar todos los elementos típicos y artísticos que luego quedarán plasmados en lo que constituye el arte tradicional de La Vera, ya que hasta finales del siglo XIX y principios del XX se seguirán las mismas pautas en la construcción de la vivienda. La casa es de tipo «casa-bloque», para desempeñar las diversas funciones de acuerdo con las necesidades de cada vecino: vivienda, lugar de trabajo, almacén, albergue de animales, etc. La amplias portadas son unas veces arquitrabadas con inscripciones posteriores en sus dinteles, otras están formadas por arcos de medio punto. Abundan los soportales sostenidos por «pie derecho» de madera, con basas de piedra generalmente. Los muros son de granito hasta la primera planta, mientras las plantas superiores son de adobe, con el singular entramado de madera, uno de los elementos más típicos del arte popular. Muy característico, son los «voladizos», que además de emplearse como recurso arquitectónico, sirven para ampliar las plantas superiores. Bellísimas son las casa en La Vera, que las adornan con granitos y otras flores, dando una nota de alegría y belleza, a la vez que conjugan con el rojo color de los pimientos hechos ristras para secarlos al sol en ellas.
En muchas aldeas los judíos no cumplen la legislación de vivir en barrios aparte y continuaron residiendo en sus casas en las mejores calles y plazas, como fue el caso de Villanueva, donde las quejas de los vecinos han quedado reflejadas en las coplas de «Pero-Palo» que aún se cantan «No hay calle ni callejita, por chiquilla que ella sea, en la que no viva un rabique, de los de mala ralea» (F. Castañar «El Pero-Palo»).
Fray Alfonso defiende la separación de los judíos en barrios aparte con los siguientes argumentos: «era notable el daño que su comunicación y trato hacía en el vecino, por la ocasión que pobladas». Asimismo, para distinguirlos bien de los cristianos se les obligaba a vestir de distinta forma y no basta estar apartados en barrios judíos en todos los pueblos, ni traer vestidos y hábitos señalado que era ciertas ‘Chia’ en los torbados, por mandato de los reyes, para que se diferenciaron de los cristianos».
LA EXPULSIÓN DE LOS JUDÍOS EN LA VERA
La convivencia pacífica de los tres grupos religiosos comenzó a deteriorarse ya en el s. XIV, pero fundamentalmente en el s. XV. Los reyes comienzan a dar una serie de ordenanzas por las que se van restringiendo sus actividades, bienes y derechos. El ordenamiento de 1412 fue el que prohibió a los judíos vivir junto con los cristianos y les exigió usar trajes diferentes para diferenciarlos, aunque a veces no lo cumplieran, como hemos visto.
Las causa fundamentales del antisemitismo español fueron las económicas y religiosas. Las económicas, porque aparte de la usura en los préstamos, también cobraban a los vecinos las rentas que tenían que pagar a sus señores, como al Conde de Nieva, o al de Oropesa, los que dependían de ellos, como los de Valverde, Villanueva, Jarandilla, Garganta o Pasarón.
Fue muy importante la causa religiosa, dada la intensa fe de los cristianos veratos de la época. Así lo ha demostrado Don Fulgencio Castañar en su obra «Pero-palo», basándose en las coplas que se cantan en esta fiesta tradicional transmitidas de generación en generación a través de los siglos hasta la actualidad. En ellas se puede apreciar el odio contra los hebreos por ser un pueblo deicida: «Judíos, mi padre es Cristo, vosotros me lo matásteis, cada vez que os veo, veo a quien mató a mi padre». En estos pueblos se hizo imposible la convivencia hasta tal punto que en muchos sitios se desea el exterminio de la raza judía y no dudan en querer tomarse la justicia por su mano, aunque sólo sea mediante la farsa de la tradicional «quema del Judas» durante las fiestas, como se sigue haciendo en Garganta o en Torremenga en Semana Santa, o en la popular fiesta del «Pero-Palo» en Villanueva durante los Carnavales, que culmina con la quema de este singular muñeco. El Sr. Castañar recoge otra copla popular muy expresiva a este respecto: «El Pero-Palo de hogaño, lo queremos pa quemarle, que es un judas que hacemos, pa afrenta de su linaje. Linaje que al mismo Dios, le derramaban su sangre, y en su rostro escupían, pensando que era su imagen». Todo esto es un símbolo del odio que los cristianos veratos sentían hacia el pueblo hebreo.
Los judíos fueron sometidos a toda clase de vejaciones durante el s. XV, sin que los ordenamientos dados por los reyes hicieran nada por evitarlo, contrastando enormemente con la legislación del Fuero de Plasencia, que regula minuciosamente la convivencia, como hemos visto a través de tantos artículos que contienen al respecto. Se cometen toda clase de injusticias contra ellos, imputándoles crímenes y delitos que no habían cometido. Por este motivo, algunos judíos de La Vera huyen hasta Béjar, para que se les juzgue allí en lugar de en Plasencia, temiendo que aquí no se haga justicia por las presiones de los vecinos. Este fue el caso de Isaac Cohen, vecino de el Losar al que se le acusó de tener relaciones con una cristiana, por lo que se escapó a Béjar para que lo juzgaran allí, quedando luego en libertad al demostrarse su inocencia. (E.C. de Santos H. a Medieval e Plasencia y su Tierra).
Fray Alfonso nos describe la expulsión de los judíos así: «Año 1492, por orden y consejo del Inquisidor General de España, Fray Tomás de Torquemada, de la Orden de Predicadores, confesor de los Reyes Católicos, estos reyes mandaron salir de sus reinos a todos los judíos que vivan en la ley… Dierónles para esto término de tres meses…». Comenta además, la gran satisfacción que produjo en los cristianos esta orden: «Con esto, toda la tierra quedó desembarazada de sus ritos y ceremonias judaicas, con increíble gozo y alegría de los católicos, así naturales como extranjero». Sigue diciendo el historiador de Plasencia que «pasado el plazo, ningún cristiano les comunicase ni diera alimento so pena de excomunión».
También nos relata con gran realismo lo que estas medidas suponían para el pueblo judío, que tantos siglos llevaba habitando nuestras tierras y las calamidades y sufrimientos que tuvieron que soportar hasta tomar la decisión de marcharse, aunque muchos prefirieron quedarse y convertirse al cristianismo, sin estar demasiado convencidos, antes de abandonar sus tierras y sus haciendas: «Algunos judíos, cuando se les acababa el término, andaban de noche y de día como desesperados, muchos se volvieron del camino y recibieron la fe de Cristo; otros muchos, por no privarse de la patria donde había nacido por no vender sus bienes a menosprecio, se bautizaban, algunos con llaneza y otros para acomodarse con el tiempo»
Los judíos de la Vera, junto con los de Plasencia, y su tierra, pasaron a Portugal, conducidos por el Capitán Francisco Hernández Floriano. Allí permanecieron por licencia del rey Juan II, mediante el pago de 8 escudos, pero sólo por un tiempo determinado, luego tuvieron que marcharse o convertirse en esclavos. Nos aclara Fray Alfonso que «muchos de ellos lo fueron adelante, aunque el rey Don Manuel, al principio de su reinado, les restituyó la libertad». Los bienes de los judíos se vendieron y el dinero obtenido pasó a engrosar las arcas de la Corona, de los nobles y de la Iglesia. Las sinagogas se convirtieron en templos cristianos, así la sinagoga de Plasencia pasó a ser la Iglesia de Santa Isabel.
El número de judíos que salió de La Vera fue muy importante, como lo demuestra el dinero que recaudaron los Reyes Católicos con la venta de sus bienes; siendo mucho más que lo recaudado en la ciudad. El grupo más numeroso fue el de Jarandilla, seguida de Valverde, a juzgar por el dinero recaudado: Jarandilla contribuyó a las rentas de la Corona con 3.500 maravedíes; Valverde con 3.000 mrs.; Jaraíz, Cuacos, Pasarón y Garganta con 3.300, mientras Plasencia, Galisteo y Aldeanueva del Camino juntas sólo pagaron 5.000 mrs. (Suárez Fernández).
Las Villas de señorío, como Jarandilla y Valverde, también contribuyeron a aumentar los caudales de sus señores. Tanto el Conde de Oropesa, como el de Nieva, obtuvieron buenas rentas de ellos, a pesar de que algunos conversos exigieran a sus señores la devolución de sus bienes, pero les fue muy difícil obtenerlos, a pesar de pleitear por ellos.
En 1480, por Bula del Papa Sixto IV, se creó el Tribunal de la Inquisición en España, para velar por la fe y por la sinceridad de los conversos. Plasencia y su Tierra quedaron bajo la jurisdicción del Tribunal de León durante esta época.
Después de la expulsión, se crean muchos tribunales, entre ellos está el de Llerena, en 1501, del que pasará a depender Plasencia y su Tierra. En la zona de mayor población conversa se crearon otros tribunales, que serán delegaciones del Alto Tribunal para causas de poco relieve. En La Vera, al ser tan importante el elemento judeo-converso, se creó en Garganta un tribunal, que se denominó Casa de la Inquisición, dependiendo del de Llerena. Hoy se pueden contemplar en un museo los instrumentos de tortura que utilizaba este tribunal para imponer penas a los reos juzgados en él. Dicho museo fue fundado por Don Antonio, singular garganteño, enamorado de la cultura y el folklore de su pueblo y de La Vera.
Pensamos que la pervivencia de la población judeo-conversa en La Vera tendrá mucho que ver con el desarrollo que experimentó la zona en el siglo XVI, y su influencia seguirá presente especialmente en la economía, en el folklore, y, sobre todo, en el arte popular de La Vera, en el que se fijaron definitivamente los elementos que van a definirse a través de los siglos y que se repetirán en el siglo actual.
MARTIRIA SÁNCHEZ LÓPEZ
Catedrática de Historia del Arte Enseñanzas Medias
Fuente: Alcántara, 69 (2008): pp. 91-98
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Agradecemos a nuestros lectores Eliseo Pardo y Agustin Hernandez de Molina por enviarnos este artículo.
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